Centro Cultural de Corrientes
Publicado: 22 / 11 /2025
No hay algoritmo que mida la huella de un verdadero artista en la cultura popular, más allá del tarareo, el silbido o esa frase que siempre está en nuestra boca. Algunos ejemplos: “Solo le pido a Dios”, “Cinco siglos igual”, o “Solo es cuestión de plata”.
Mencionar cualquiera de estas líneas es evocar a Raúl Alberto Antonio Gieco, nacido en Cañada Rosquín, Santa Fe, en 1951, mundialmente conocido como León Gieco.
El apodo nació casi por accidente en un recital de su primera banda en un pequeño pueblo santafesino. Raúl hizo un mal contacto con los equipos y el organizador gritó: “¡No sos un animal, sos el rey de los animales!”. Desde ese día, ese león rugió fuertemente en el rock argentino.
A finales de los ’60, la música nacional se nutría de influencias como los Beatles, Creedence, y el folk político de Bob Dylan. León abrazó esta última vertiente, y su debut en 1973, producido por Gustavo Santaolalla, lo confirmó con el hit “En el país de la libertad”. Le siguió “La banda de los caballos cansados”, un guiño a Neil Young y Crazy Horse.
Durante el oscuro 1976, colaboró con gigantes como Charly García y Nito Mestre en Porsuigieco. “El fantasma de Canterville”, su tercer disco, contenía temas que sutilmente aludían a las desapariciones durante la Dictadura, poniéndolo en la mira de la censura.
Atrapado por la represión y las amenazas, partió a Los Ángeles. La lucha fue ardua, subsistiendo a base de pizza y vino. “Engordé muchísimo y estaba muy mal”, contaba sobre ese difícil tiempo.
En 1981, volvió a los escenarios argentinos, apoyado por Santaolalla y una innovadora gira financiada por estudiantes secundarios. “No nos pagaban, nos alojaban y compartíamos la recaudación”, explicó.
El tiempo transformó a Gieco en un artista único, con un universo propio, sumando raíces de grandes populares como Antonio Tormo. El monumental proyecto “De Ushuaia a La Quiaca” encargó la recopilación y homenaje a la música del país, lanzando su primer disco en 1985.
Lejos de fosilizarse en los ’90, León rompió barreras, explorando incluso el rap en “Los salieris de Charly”. Respetado y siempre vigente, tocó con diversas generaciones de músicos, desde Andrés Giménez hasta los Pibes Chorros, continuando su legado.
Larga vida al rey de los animales. ¡Salud, León!
