El Director del FBI, Kash Patel, busca llevar la UFC a la agencia, según fuentes.

En un inesperado giro de eventos, el recién nombrado Director de la FBI, Kash Patel, ha propuesto un plan audaz para reformar la agencia, que incluye la colaboración con la UFC, la renombrada organización de artes marciales. Esta movida, que podría leerse como un intento por imprimir una nueva dinámica de conducción, resonó entre los agentes de la nación.

En una conferencia con los jefes de las 55 oficinas de campo del FBI, Patel expresó su intención de establecer un vínculo formal con la UFC para mejorar la condición física de los agentes, según trascendió de fuentes que participaron en dicha reunión. Un gesto que, sin duda, busca posicionar a la agencia en un nuevo camino bajo el ala de una estructura más robusta y eficiente.

Este primer encuentro, que Patel lideró tras asumir el cargo la semana pasada, desafía las expectativas previas y refleja una ruptura con viejas prácticas.

Las noticias sobre esta propuesta se diseminaron rápidamente, provocando tanto interés como escepticismo entre los círculos internos y antiguos miembros del FBI.

“Si lo que buscan es mejorar su preparación física, la UFC ofrece un modelo muy especializado”, comentó Rich Frankel, ex agente del FBI y actual colaborador de noticias. Una declaración que toca un nervio crítico en el debate sobre los estándares de operación dentro de la agencia.

Aunque no está claro qué rol específico tendría la UFC, la discusión está servida. Patel, junto con su particular propuesta, también abordó otros temas fundamentales durante la llamada, sugiriendo un enfoque integral en su gestión.

El nuevo director trató de apaciguar inquietudes internas, especialmente tras las recientes demandas del Departamento de Justicia y los planes de reubicación de personal que provocaron preocupación en la organización. Patel intentó encarar estas tensiones abogando por una oportunidad para demostrar el valor de sus iniciativas.

La propuesta de un vínculo con la UFC no solo genera interés sino que trae consigo una carga simbólica: el espíritu combativo que encarna un deporte que, al decir de muchos, es uno de los más rudos. Un paralelismo con los tiempos políticamente intensos que enmarca la administración actual.