Elon Musk es una amenaza para la buena ciencia, pero la Royal Society no lo admite: por eso renuncié | Kit Yates
Publicado: 05 / 03 /2025En un reciente cónclave de la Royal Society, una de las instituciones científicas más prestigiosas del mundo, se produjo una esperada discusión que se centró en lo que se ha denominado “el comportamiento de los Fellows”. En medio de la renuncia de dos miembros y una carta abierta firmada por casi 3,500 científicos, muchos, incluyéndome a mí, anticipaban que la atención recayera sobre un integrante particular: Elon Musk.
La Royal Society, renombrada por su responsabilidad en mantener estándares entre sus miembros, había admitido a Musk en 2018 por sus innovaciones tecnológicas. Sin embargo, su comportamiento reciente ha contravenido el código de conducta de la institución. Numerosos científicos han criticado su rol en el “departamento de eficiencia gubernamental” de la administración Trump, así como sus acusaciones maliciosas hacia figuras públicas como Anthony Fauci.
El peso de Musk en la administración estadounidense, que muchos consideran un eje en el asedio a la indagación científica, se evidencia en órdenes ejecutivas que han limitado la investigación y silenciado científicos del clima, con recortes de financiamiento que representan un ataque sistemático a la comunidad científica.
Si la Royal Society hubiese actuado en contra de un miembro cuyo comportamiento atenta contra sus valores, habría reafirmado su compromiso con los estándares éticos, fortaleciendo la confianza pública en la ciencia.
No obstante, al leer la declaración emitida, me hallé profundamente decepcionado. Aunque el comunicado reconoció la necesidad de defender la ciencia frente a crecientes desafíos, no mencionó a Musk. Sin medidas claras contra su posición, estas palabras pierden significado.
El código de conducta de la Royal Society establece que los Fellows no deben actuar de manera que menoscabe su misión o reputación. Es evidente que Musk ha infringido esta norma. Entonces, ¿por qué la sociedad no ha abordado específicamente sus acciones?
Algunos argumentan que expulsar a Musk podría dañar la confianza del público en la ciencia; pero creo que este enfoque pasa por alto el papel vital que desempeñan estas instituciones en mantener estándares éticos e integridad científica.
Me dijeron al comienzo de mi carrera que “todo es político, especialmente lo que dicen que no lo es”. La intersección entre ciencia y política es inevitable e imprescindible. Los científicos tienen una responsabilidad ética en su compromiso político, defendiendo la integridad de su trabajo.
Ignorar los problemas políticos que afectan a la ciencia es traicionar su impacto potencial. No actuar sobre el comportamiento de Musk reforzará aquellos que buscan influir políticamente sobre la ciencia y erosiona sus principios fundamentales.
Es hora de tomar una posición, aunque sea pequeña, y distanciarme de la Royal Society hasta que tenga la valentía moral de denunciar los actos de Musk. Por ello, renunciaré a mi posición como editor asociado en su revista Open Science de inmediato. Exhorto a mis colegas a hacer lo mismo.
La Royal Society acertó al señalar la necesidad de “abogar por la ciencia y los científicos en un momento de amenaza como nunca”. Pero sin acciones concretas para aplicar sus propias reglas y defender su integridad, mi confianza en su capacidad de defensa es limitada.
-
Kit Yates es profesor de biología matemática y divulgación científica en la Universidad de Bath y autor de The Maths of Life and Death y How to Expect the Unexpected
-
¿Tienes una opinión sobre este tema? Si deseas enviar una respuesta de hasta 300 palabras por correo para su posible publicación en nuestra sección de cartas, haz clic aquí.