En un Oscar Deslucido y Superficial, la Academia Le Pone un Freno al Streaming: ‘Anora’ Brilla con Cinco Estatuillas
Publicado: 04 / 03 /2025Y una noche mágica, cuando las expectativas volaban bajo, el Oscar a Mejor Película fue a parar a la mejor película de toda la velada. En lo que puede considerarse uno de los palmarés más justos de la historia reciente, Anora ha marcado un antes y un después en el anuario de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, al llevarse cinco de las seis estatuillas a las que aspiraba, incluidos los premios más relevantes: el ya mencionado a Mejor Película y, por supuesto, el de Mejor Dirección, que recayó en las hábiles manos de Sean Baker y, en un sorprendente giro, la de Mejor Actriz para Mikey Madison. Baker, además de productor, editor y guionista, se alzó con un hito: cuatro Oscars en una misma noche, un logro que solo tenía un precedente: el grande de los grandes, Walt Disney, en 1954.
La revolución de la sala oscura
El año pasado, los votantes dejaron huella al abrazar el fenómeno del Barbenheimer, con nominaciones a Barbie y un Oscar para la aclamada Oppenheimer. Sin embargo, este año decidieron rendirse ante la simplicidad de una producción de “apenas” seis millones de dólares, que llevaba la firma de un director relativamente desconocido, y un elenco cuya fama es más que modesta. Pero, tanto Nolan como Baker, visionarios en su campo, abogan por la experiencia cinematográfica en salas. Baker enfatizó esta verdad innegable al recordar que el vislumbrar una película en un cine es una experiencia única, íntima, que no puede replicarse en casa. “La experiencia del cine en una sala con más gente no se consigue en casa”, clamó el director, poniendo en jaque a las plataformas de streaming.
Pudimos observar un claro zumbido de críticas a gigantes como Netflix y Amazon en el monólogo introductorio del conductor Conan O’Brien, quien no dejó pasar la oportunidad de disparar contra Jeff Bezos. Y mientras tanto, se alzaban tributos a James Bond, justo cuando los derechos del icónico personaje se traspasaron a Prime Video, quizás un avance estratégico que presagia el desmantelamiento del legado de 007 con incessantes adaptaciones en nuevas plataformas.
El punto culminante de la noche llegó cuando Quentin Tarantino entregó el premio a Mejor Dirección a Baker. “Estamos aquí porque amamos el cine. ¿Cuándo nos enamoramos del cine? En las salas”, proclamó, recordando a todos que, en medio de la transformación de la industria, debemos proteger la magia de la experiencia cinematográfica. Baker, también agradeció a las trabajadoras sexuales que compartieron sus historias, evocando historias de personajes marginados que luchan por encontrar su lugar en una industria que muchas veces les da la espalda.
El momento cumbre de la noche llegó con el inesperado triunfo de Mikey Madison sobre la veterana Demi Moore para llevarse el premio a Mejor Actriz. En un discurso conmovedor, la joven artista reflejó la esencia de Anora: “Crecí en Los Ángeles, pero Hollywood siempre estuvo lejos para mí”, compartiendo el poderoso calado de su interpretación de una actriz desplazada por la juventud en el espectáculo. Su victoria fue un símbolo de lo que Baker había buscado plasmar: la lucha de los invisibles.
El eco de lo olvidado
A pesar de la solemnidad que rodeaba a Anora, la contienda fue dura. “Emilia Pérez”, una provocadora pieza francesa que implantó grandes expectativas, resultó ser la gran derrotada de la noche al llevarse solo dos Oscars de sus trece nominaciones. Entre los ganadores de menor perfil que hicieron historia reciente, la brasileña Aún estoy aquí, de Walter Salles, se quedó con el Oscar a Mejor Película Internacional, marcando un hito en el reconocimiento al cine latinoamericano.
La ceremonia, no obstante, se sintió notoriamente ausente de contenido sustancial. Como si la fiebre del espectáculo hubiera relegado debates importantes a un segundo plano. The Hollywood Reporter catalogó la velada como “liviana”, con intervenciones de celebrities que abogaban por un mundo más inclusivo, pero cuyo eco se tornaba en un murmullo en medio de las realidades que arrasan fuera de la alfombra roja. Mientras algunos discursos se atrevían a abordar las tragedias geopolíticas actuales, la mayoría prefería balancear sobre las comunes litanías de agradecimiento.
Entre tanto glamour, como siempre, hicieron eco las ausencias en el In Memoriam, algo que el icónico Morgan Freeman supo recordar con su habitual elegancia. El resto fue una susurrante reafirmación de la futilidad de ciertas causas en un mar de superficialidades, donde los compromisos reales y las luchas violentas parecen perderse de vista bajo las luces brillantes de la industria.