Escándalo en la cancha: Chiquito Romero tuvo un cruce fuerte con un hincha de Boca en la platea.

El peso de la derrota se siente como un plomo en el corazón de Boca Juniors. En un partido donde el silencio fue la única respuesta del equipo, la afición, ardiente y desbordante, exigió más durante los interminables 90 minutos. Al sonar el pitazo final, un hincha, con la rabia hirviendo, lanzó un grito en medio del tumulto y fijó su ira en Chiquito Romero, quien lo escuchó y, en un instante de descontrol, se lanzó hacia la tribuna en busca de explicaciones…

El escándalo que protagonizó Romero fue el producto de una lluvia de insultos que no cesó desde el primer momento, hasta que un hincha, en un acto de provocación, le arrojó una bandera que impactó directamente en su rostro. Fue este el punto de inflexión: la ira se apoderó del arquero, quien dejó ver una faceta desconocida, despojándose de su habitual calma. Encaminándose a la tribuna, sus compañeros ~Milton Giménez, Edinson Cavani y Leandro Brey~ intentaron frenarlo con la urgencia del que ve un incendio inminente. “Mírame a mí, mírame a mí Chiqui”, clamó uno de ellos, como si buscara reconectar al arquero con la razón en medio del caos.

Identificó a su atacante y, ante la ausencia del alambrado que solía separar el campo de juego de la afición, se acercó con determinación. “Me la tiraste vos. Decímelo en la cara…”, lo enfrentó, mientras la tensión escalaba. Fue entonces cuando otros hinchas y personal de seguridad intervinieron, asustados por el potencial desenlace que podría haber derivado en una agresión física. A raíz de este altercado, la policía lo obligó a firmar una contravención por propiciar la violencia en un espacio que debería ser de juego.

Tras calmarse en el vestuario, Romero se armó de valor para dirigirse a los hinchas y ofreció disculpas. “Cuando el hincha me insultó, no pude pensar y se me fue la cabeza. Me puteó con tantas ganas que justo me encontró. Ofrezco mis disculpas porque el hincha tiene derecho a expresarse”, reconoció, asumiendo las consecuencias de un desahogo desmedido que podría marcar un punto de quiebre en su relación con la afición.

La explosión de Chiquito es aún más impactante si se analiza su perfil. Un arquero que siempre ha presentado una imagen de líder perfecto, ese que sabe controlar la presión y que, de puertas hacia adentro, mantiene el brío, pero que esta vez, en vez de ser el apaciguador, vendió caro su respeto por la afición, mostrando su frustración ante la adversidad.

Su reacción podría estar ligada a un cúmulo de fracasos: eliminación temprana de la Copa Sudamericana a manos de Cruzeiro, distancias abismales en el campeonato y ausencia inminente de la próxima Copa Libertadores. Este superclásico se tornó crucial, no solo por la historia que acarrean, sino porque los cimientos del equipo ya estaban tambaleando; este partido era una oportunidad de respiro en un año desastroso para el Xeneize.

En contraste con el cariño que desató en 2023, hoy, Chiquito se ha convertido en blanco de críticas. Su desempeño ha dejado huellas de decepción en los hinchas, quienes lo ven como responsable de varias derrotas. Recordemos el fatídico encuentro contra Racing, donde sus errores en momentos clave contribuyeron a la caída de Boca, dejando la afición en un mar de frustraciones.