Temblor de hoy en EE.UU. y California: cuándo, dónde y el epicentro del sismo de este viernes 6 de diciembre.
Publicado: 07 / 12 /2024En Estados Unidos, un telúrico rugido devolvió al mundo las vibraciones de un planeta en continuo movimiento: el poder incontrolable de los fenómenos naturales. Y es que en esta nación, diversos eventos naturales pueden traer consigo serias amenazas, y uno de los más enigmáticos y súbitos son sin duda los temblores, que asolan a diferentes extensiones del territorio. En esta ocasión, el sismo castiga de nuevo la siempre vigilante costa oeste de EE.UU., despertando el temor con un intenso sismo de 7 grados de magnitud, con epicentro en las profundas aguas del océano Pacífico, golpeando con fuerza a la cercana California.
Un relato de la tierra que se sacude sin piedad, lo constituyen los sismos del viernes 6 de diciembre, documentados con precisión en cuanto a la hora, ubicación y epicentro, certificados bajo las últimas actualizaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).
Este evento, captado y monitoreado por el USGS, entidad que vigila las entrañas del suelo norteamericano a través de una extensa red de instrumentos, pone a su disposición lo indispensable para alertar oportunamente a las personas cercanas al epicentro. A través de su mapa interactivo Latest Earthquakes, visible en su sitio web, la agencia ofrece los reportes oficiales de estos movimientos telúricos acechantes en los territorios aledaños, comprendiendo desde Alaska y Hawái hasta Puerto Rico.
El norte de California no olvida fácilmente este jueves: un tremendo sismo de magnitud 7 sacudió la estructura misma de su costa, según reporte del Servicio Geológico de Estados Unidos. Inicialmente, una inevitable alarma de tsunami resonó a través de las poblaciones costeras, para luego ser anulada.
Localizado a una profundidad de 10 kilómetros bajo el manto húmedo de las aguas, y aproximadamente a 100 kilómetros del sudoeste de Ferndale, un pueblo acogido al condado de Humboldt, cerca del húmedo límite natural con Oregon, el epicentro del evento fue certificado por la mirada mecánica del Servicio Geológico de EE.UU.
Posteriormente, un segunda agitación, aunque algo más modesta, pero igual de significativa, de magnitud 5,8, desafió la tranquilidad de la localidad de Cobb, cercana a San Francisco. Afortunadamente, no hubo reportes de daños inmediatos.
En las últimas 24 horas, la tierra en esta región no encontró descanso: al menos 110 réplicas se registraron con magnitudes que superaron el 2,5. De ellas, 105 sacudieron el vasto océano Pacífico, algunas hasta el borde de las costas de California, inclinado muy próximo a la minúscula urbe de Petrolia, testigo de un sismo de 3,7 magnitud.
Un agitado compendio de movimientos se vivió en la región de América del Norte y el Caribe, contabilizando más de 140 sismos con magnitudes superiores a 2,5 grados, de los cuales 118 se fueron registrando en el extenso territorio continental estadounidense; siendo el más poderoso el que germinó en el océano Pacífico, cerca de las costas de California, próximo a McKinleyville, con una intensidad de 7.0 de magnitud.
Los sacudones no se limitaron a California, pues en Nevada, Texas y Nuevo México se registraron movimientos de 2,8, 3,1 y 2,8 grados, respectivamente, dejando su marca en el subsuelo y evidenciando la actividad latente de la región.
El siempre inquieto archipiélago de Hawái presenció nueve temblores, aunque estos no alcanzaron una intensidad significativa, siendo prácticamente imperceptibles para los habitantes. Simultáneamente, en la alada isla de Puerto Rico se contabilizaron cuatro movimientos, el más fuerte de 3,2 grados de magnitud.
El mantón sísmico que se llama Falla de San Andrés recorre una extensión formidable, de 1300 kilómetros a lo largo de California, marcando la esquiva frontera entre la placa del Pacífico y la placa de América del Norte. De constante agitación, y bajo el vehemente escrutinio de los científicos, la actividad sísmica aquí es motivo de incesante estudio, debido al espectro de una potencialidad devastadora llamada el Big One.
La amenaza de un terremoto de magnitud 8 o superior es inminente, presagiando ruinas sobre una vasta extensión, en particular en densas áreas urbanas tales como Los Ángeles y San Francisco. Registros históricos del USGS recuerdan los Big Ones que sacudieron con fuerza en otras eras: el gran terremoto de San Francisco de 1906, de magnitud 7.8, y el terremoto de Fort Tejon en 1857, de 7,9 grados.
El espectro de un coloso subterráneo motiva a las autoridades a no descuidarse, con constantes simulacros y revisiones de medidas de seguridad, acompañadas de campañas para incrementar la consciencia pública acerca de cómo actuar antes, durante y después de un terremoto.