Una década sin Cerati: Revelaciones íntimas de su paso por la clínica y los secretos de su historial médico

Publicado: 04 / 09 /2024
Uno de los murales frente a la clínica ALCLA, donde Cerati pasó sus últimos años internado
Uno de los murales frente a la clínica ALCLA, donde Cerati pasó sus últimos años internado

Corría el año 2013 cuando Gustavo Cerati, el astro inmortal del rock argentino, recibió la visita de una entrañable amiga y colaboradora en su habitación de la clínica ALCLA, ubicada en el tanguero barrio de Belgrano. Con una voz tan suave como la brisa porteña, su amiga buscaba el milagro de una señal, esperando que, detrás de esos ojos cerrados por casi cuatro años, la esencia del líder de Soda Stereo despertara. Y entonces, ¡oh, sorpresa!, Cerati deslizó la lengua entre sus labios. Esa fue la chispa que encendió la esperanza entre los más cercanos. Un destello de vida del ídolo que se negaba a rendirse.

Historias como estas no eran extrañas en los pasillos de ALCLA. Leo García, su discípulo y amigo, relató con fervor: “Para mi cumpleaños fui a verlo, le toqué la mano y me la tomó”. Lillian Clarke, la madre de Cerati, reafirmaba con una esperanza casi palpitable: “Gustavo reconoce voces, le tocás el piecito y mueve la pierna. Está haciendo pequeños avances”. Era una sinfonía de fe que resonaba entre los íntimos que lo visitaban.

García, quien abría los conciertos de despedida de Soda Stereo con su banda Avant Press en 1997, sentía que Cerati no estaba solo en su lucha. “Tiene signos vitales, no está como un vegetal. Dejarlo morir jamás se nos pasó por la cabeza”. García, con su devoción casi mística hacia Cerati, reflejaba un amor auténtico, inquebrantable, el de un discípulo a su maestro.

Cerati poco antes del ACV, en una presentación de su último disco, "Fuerza Natural"
Cerati poco antes del ACV, en una presentación de su último disco, “Fuerza Natural”

Y luego, Cerati murió, en esa misma clínica. El reloj marcaba el 4 de septiembre de 2014 cuando Gustavo Cerati, ese rey que nunca despertó, partió. Tras cuatro años y tres meses de batalla desde aquel fatídico concierto en Caracas, Venezuela, el ícono del rock argentino nos dejó. Su velatorio en la Legislatura porteña fue una suerte de funeral de Estado, un mar de devotos llenó el lugar para despedir al genio que revolucionó la música.

El paredón frente a ALCLA se convirtió en un santuario de corazones rotos, con murales de Cerati y mensajes de esperanza escritos por sus admiradores de toda Latinoamérica. Adentro, la habitación era, en muchos sentidos, otro santuario. Spinetta, su compañero de ruta, había pasado a verlo poco antes de su propia partida, regalándole una guitarra, mientras que otros llevaban música, cuentos y consuelo. Oscar Fernández, su estilista, se encargaba de mantener su imagen, cortándole el pelo de vez en cuando. Las celebraciones alrededor de Gustavo no cesaban: cumpleaños, Navidades… todo era una ceremonia dedicada al rockero dormido.

Sorprendentemente, Cerati no pasaba sus días acostado. Con la asistencia de un equipo de especialistas, pasaba la mayor parte de su tiempo en una silla ortopédica. No era solo un cuerpo, era el centro de una rutina que incluía kinesiología, masajes, musicoterapia y una alimentación especial. Visitarlo era un ritual que requería respeto y cuidados específicos, prevención contra infecciones, un protocolo hermético.

Leo García, uno de los íntimos que lo visitaba
Leo García, uno de los íntimos que lo visitaba

Pero esta devoción también tenía un costo emocional. “Es una extraña sensación”, decía Leo García, “un poco de no querer aceptarlo, me agarran baches donde me cuesta”. Ver a su maestro, su amigo, en ese estado era confrontar la fragilidad de la vida y del rock.

Preguntar cómo estaba Cerati era casi un tabú. Mientras su madre aseguraba que “está como siempre”, la realidad se comunicaba con eufemismos. Cada parte médico era una repetición del anterior, un eco de estabilidad que nunca llegaba a cambio real.

El traslado del féretro de Cerati a Chacarita
El traslado del féretro de Cerati a Chacarita

En la víspera de un nuevo aniversario del ACV que cambió todo, ALCLA liberó un nuevo parte médico. “Estable” fue la palabra que volvió a resonar. Y no había mucho más por decir. Cerati pasó cuatro años postrado, su estado solo empeorando en silencio. Finalmente, una multitud siguió su féretro, ondeando banderas del continente. “Los años nos amigaron con esto”, recordaba Leo García. La llama del rock nunca se apagó para ellos.

(La información de este texto fue publicada por el autor de esta nota en la revista Noticias en el año 2014)

Fotos: Adrián Escandar y EFE

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