Charly García: Un Viaje a Través de los Años y las Notas en un Mundo que No Eligió | 74 años de un ícono del rock que transformó su destino en arte.

Publicado: 22 / 10 /2025

Hablar de Charly García es hablar de la esencia misma de Argentina: su euforia y sus heridas, su talento y su fragilidad, esa nación que encontró en sus letras un reflejo y en su figura un símbolo incómodo —y brillante— de su historia. En sus versos resuena el eco de un país vibrante y atormentado.

“No elegí este mundo, pero aprendí a querer”, canta en Cerca de la Revolución. Desde los patios de su infancia hasta los escenarios más imponentes, siempre existió una batalla entre un sistema que intentó encasillarlo y su deseo de forjar universos en los que pudiera vivir en libertad. Por eso, hablar de Charly es conversar sobre un artista cuya vida fue una constante evasión de las normas que se le impusieron.

Al cumplir un año más, artistas que compartieron escenario, amistad y historia con el ícono del bigote bicolor reconstruyen, en diálogo con Página|12, las manías, ternuras y formas de ver el mundo de nuestro rock más inconfundible. “Ya de pibe se notaba que era distinto. Ha marcado la historia de varias generaciones, y en esta última aún más. Es un ícono indiscutido”, relata Nito Mestre, compañero de Sui Generis.

Charly García durante una audición en el Conservatorio

Cuando comenzamos a nacer

Una profesora de inglés camina por el aula mientras da su clase. Días antes, había anotado 25 amonestaciones a Nito. Mientras tanto, un joven Charly García, ajeno a todo, dibuja en los márgenes de su carpeta. Cuando ella se acerca, él, sin notarla, responde al aire:

—¿Y a mí qué me importa todo esto?

Más de 50 años después, Nito Mestre rememora, riéndose, este gesto ingenuo compartido en el Instituto Dámaso Centeno. En ese acto de un “pibe largo, desgarbado, con pantalones que no le llegaban a los zapatos”, dice, estaba la semilla de un rebelde innato. “Era distinto no por ser problemático, sino por ser un espíritu libre”, resume Mestre.

Charly García y Nito Mestre

Nadie más que él vivió la transformación de Charly, que durante los últimos años de secundaria se pasó de la música clásica al rock. En esos años sesentistas, Los Beatles revolucionaron la música, y la movida nacional empezaba a forjar su propia identidad con bandas como Los Gatos, quienes ya impactaban con “La Balsa. Mestre recuerda ese momento: eran “los raros de la escuela”, cada uno con su banda —Charly con To Walk Spanish y él con The Century Indignation— buscando “cómo deslumbrar una canción”.

¿Qué te dejó Charly como artista?

– Aprendí a escuchar de verdad. Pasábamos horas con auriculares, desmenuzando a Los Beatles. Empezábamos con la línea del bajo, luego la guitarra. Ahí entendí las armonías, un ejercicio que recomiendo a los jóvenes artistas hoy.

De ese intercambio, cuenta Mestre, creció una amistad y una nueva manera de experimentar el rock. Sui Generis fue el refugio de la primera revolución de García. En un país a oscuras por la dictadura, se gestaron canciones que hablaban de amor, miedo y libertad; con apenas veinte años, Charly ya representaba una voz que enseñó a una generación a entender y resistir al mundo a través de la música.

Qué se puede hacer salvo ver películas

Del adolescente desafiante que dibujaba en clase nació el artista que amplió los horizontes del rock. Con La Máquina de hacer pájaros, Charly exploró hasta dónde podía estirarse una canción sin romperse. “En el contexto político de ese entonces, nosotros éramos los que rompían esquemas. Charly estaba en su mejor momento, poseía la dosis justa de locura y cordura”, recuerda José Luis Fernández, quien dejó su banda Crucis para unirse a esa aventura.

Esa pasión, evoca Fernández, se extendía más allá de la música: “Charly vivía el cine con intensidad”. Pasaban largas noches en el Cine Arte, donde las sombras de Bergman, Fellini y la policía se entremezclaban. “Con Oscar (Moro) y Charly vivimos muchas noches en calabozos por las luces encendidas del cine que nos llevaban a todos”, recuerda Fernández, hoy al mando de La Máquina De Hacer Pájaros, que se presentará el próximo 21 de noviembre en Niceto Club.

La Máquina durante la grabación de “Películas”. FOTO: Miguel Grinberg

La obra completa de La Máquina revela a un Charly que va más allá del rock convencional de su época. Fernández lo comenta: “Esta etapa, erróneamente, se ignora en la carrera de García, quien incorporó sintetizadores MOOG y teclados. Cuando vino Herbie Hancock a Argentina, Charly le llevó el LP Películas para que escuchara su trabajo. No se trataba de un disco de Sui, Serú o su carrera solista. Charly sabía que allí había calidad increíble”, enfatiza.

Cuando esa banda se disolvió, Charly intentó continuar con Fernández y Moro en Serú Girán. Sin embargo, Fernández eligió otro camino. “Le dije: ‘Lamento, pero me voy a vivir con los chicos de Crucis a EE. UU.’. Creo que hasta hoy no me lo perdona”, recuerda. Fue quizás la primera vez que alguien se atrevió a decirle que no, aunque también había admiración en la negativa: “Me costó tocar con un tecladista tras Charly”, concluyó.

Vivo bajo la tierra, vivo dentro de mí

A pesar de su extensa trayectoria dentro de la música popular argentina, Fernando Samalea siempre llevará con orgullo la etiqueta de “el baterista de Charly”. Lo acompañó en discos emblemáticos de su carrera solista como Parte de la religión (1987), Filosofía barata y zapatos de goma (1990) y La hija de la lágrima (1994). Aunque conoció todas las facetas del artista, Samalea no olvida al Charly “veinteañero, de pelo largo, excéntrico y soñador, que desafió las normas de una sociedad que producía en serie.

“Fue pionero del metaverso”, bromea con cariño el baterista y bandoneonista, para quien cada material de Charly fue una película y una manera de “añadir sofisticación al rock”: Pubis Angelical, Clics Modernos, Piano Bar. No hay separación entre su música y su estética. “Él nos brindó una nueva forma de existir”, añade Samalea. “Charly nos dejó una forma de vivir que combinaba mitología griega, el humor de Groucho Marx y Mel Brooks, y cine de culto”.

“El cumple número 42 del Artista, con María Gabriela y el Zorri”, recuerda Samalea

“Yo solo tengo esta pobre antena/ que me transmite lo que decir/ una canción, mi ilusión, mis penas/ y este souvenir”, canta Charly García en Chipi Chipi, de La Hija de la Lágrima. Pero para Hilda Lizarazu, que formó parte de “Los enfermeros” —quienes acompañaron a Charly a principios de los noventa—, “esa pobre antena no es tal”: “Es una sensibilidad de 360 grados, que le permite conectarse con el mundo a través de sus letras, desde Sui Generis hasta su última canción en inglés con Sting”, asegura a Página|12.

Cada jornada de Charly, cuenta Hilda, estaba marcada por la composición y la escucha obsesiva de discos de otros artistas. Sin embargo, esa intensidad convivía con momentos de calidez: “Durante las giras salíamos a andar en bici y a nadar. Tenía gestos de afecto que descubren su lado profundamente humano”. Y añade: “Es un hombre de una humanidad generosa, y todo esto se refleja en su obra y en sus palabras. Por eso recibe un torrente de amor constante de generaciones de argentinos”.

No veo televisión ni las revistas

Rosario Ortega, voz de su última etapa, conoció a Charly entre el genio y lo cotidiano. “Podría haber sido un artista plástico”, recuerda Rosario, que junto a Samalea, Fabián “Zorrito Von” Quintiero y Joaquín Burgos formaron Beats Modernos, una banda que se presentó recientemente para celebrar al universo García.

Riéndose, Rosario comparte una anécdota que ilustra esa mezcla de excentricidad y generosidad: “Dejé una guitarra en su casa y, al devolvérmela, estaba llena de dibujos y marcas. No imaginé que me haría tan feliz devolverme una guitarra así”.

No obstante, Charly también tiene intereses más ligeros que lo conectan con el humor y lo popular. Rosario resalta su fanatismo por los programas de chimentos: “Ese mundo delirante lo divierte. Me encanta eso de él; es un lado opuesto: no tiene nada de snob”. Además, justifica: “Siempre estuvo cerca de personajes coloridos como Maradona; ese fue un espacio donde se sintió cómodo”.

Joaquín Levinton, cercano a García en las últimas dos décadas, complementa esa imagen con su característico humor: “Sus canciones son como el manual de Kapelusz, te educan enormemente. Si hubiera que armar un manual de instrucciones para un día con Charly García, la primera página diría: aerosoles, quitamanchas, teclado, martillo, ganas, auto, tabla de planchar y matafuego”.

Las palabras de Ortega y Levinton todavía resuenan con la voz indomable de Charly. “A Charly se le perdonan cosas que a otros no. Todos tenemos contradicciones, y él las tiene”, cierra Rosario.

Alguien en el mundo piensa en mí

Roque Di Pietro, autor de Esta noche toca Charly (Gourmet Musical), resume la complejidad de toda una vida: “La obra de Charly ha estado marcada por la lucha de un individuo contra un poder opresor. Esa lucha se manifiesta en su relación con el colegio, la familia, gobiernos y vínculos, así como en sus problemas con las drogas y su relación con la muerte”. Puede que Charly García nunca haya sido un artista incomprendido, sino viceversa: el mundo que le tocó le quedó pequeño.

Nito Mestre, que lo conoce desde aquellos días como dos adolescentes con guitarras, reflexiona: “Ya está más allá, se ha convertido en un clásico, un Mozart del rock que seguirá dejando su huella en futuras generaciones”. Y Samalea complementa: “Su personalidad enlaza todas las expresiones culturales de nuestro país. Charly sigue dictando caminos y normas”. Fernández está convencido de que se ha colocado al nivel de Beethoven, mientras que Rosario Ortega, la más joven, lo observa desde la cercanía y la contradicción: “A Charly hay que quererlo tal como es, con todos sus mundos. Es un genio lleno de contradicciones y amor. Me enseñó lo que es ser auténtico y no rendirse”.

Pero más allá de las reflexiones y lecturas sobre la vida y obra de Charly García, la respuesta siempre se halla en sus canciones. “Nunca me preocupo por las cosas, lo hago a mi manera, canta en su última colaboración con Sting.

Nos queda aceptar que su música y vida son un espejo en el que todos continuamos viéndonos y, cuando el mundo no llega, uno puede inventar su propio espacio.

Datos Relevantes sobre Charly García:

  1. Pionero del Rock Argentino: Charly fue parte de bandas icónicas como Sui Generis y Serú Girán, influyendo en generaciones y transformando la música en Argentina a través de letras que reflejan la conciencia social y el contexto político del país.

  2. Revolucionario Artisticamente: Con La Máquina de Hacer Pájaros, Charly exploró nuevos horizontes sonoros, incorporando sintetizadores y estilos que expandieron lo que se entendía como rock, convirtiéndose en un referente también en el ámbito audiovisual.

  3. Eterna Influencia Cultural: Su legado no se limita a la música; su forma de vida y su arte han sido un referente para artistas de diversas disciplinas, mostrando un carácter irreverente y auténtico que ha dejado huella en el imaginario argentino.

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