A cuatro décadas de un ‘Ciclón’ que volvió a soplar fuerte

Publicado: 09 / 11 /2022


El conjunto de Boedo
El conjunto de Boedo.

Un tiro penal, tal vez no tan importante como el que muchos años después le otorgó la consagración futbolística más saliente, le devolvió a San Lorenzo -hace cuatro décadas- la sensación de sentirse grande otra vez y dejar atrás un período oscuro de su historia.

Un sábado 6 de noviembre de 1982, en cancha de Vélez Sarsfield y con más de 68.000 personas en las tribunas, el hoy DT del plantel profesional, Rubén Darío Insúa, remató con justeza desde los 12 pasos, batió al arquero Walter Scorza y decretó el 1-0 en favor del ‘Ciclón’ de Boedo ante El Porvenir, cuando transcurría la 40ma. fecha del campeonato de la Primera B.

A falta solamente de dos jornadas para la finalización del certamen, el equipo del entonces entrenador José ‘Piojo’ Yudica le sacaba una diferencia indescontable a Gimnasia y Esgrima La Plata, por lo que el objetivo de regresar a Primera División estaba concretado.

En el peregrinaje de una campaña que se asemejó a un tormento más allá del final feliz, San Lorenzo había protagonizado una verdadera revolución. Pero no por su estilo futbolístico que, valga la pena aclararlo, correspondió al de un campeón apenas correcto, con un promedio de 1,35 tantos por partido.

Lo verdaderamente extraordinario de la institución ‘azulgrana’ se dio en las tribunas, a pesar de que hacía más de dos años que el club deambulaba de un escenario a otro, al perder en noviembre de 1979 ese emblema porteño que representaba el Viejo Gasómetro de la avenida La Plata.

La parcialidad de San Lorenzo abrevó, entonces, un sentido de pertenencia único. Todo luego de la afrenta que significó haber perdido la categoría un año antes, en cancha de Ferro y frente a Argentinos Juniors (0-1), el mismo día que Diego Maradona conseguía su única estrella en Boca Juniors: el Metropolitano 1981.

En ese 1982 signado por la Guerra de Malvinas, la gente azulgrana batió records de recaudaciones -fecha a fecha-, obligó a continuos cambios de localía en los rivales y se benefició con el respaldo multitudinario de sus hinchas cualquiera fuese el escenario en el que se presentaba.

“Empezó con 30.000 hinchas en cancha de Ferro frente a Gimnasia; al sábado siguiente, 40.000 en Vélez frente a Defensores de Belgrano; a las pocas fechas, en cancha de River, metió más de 75.000 personas. El fervor de la gente resultaba impresionante”, le contó a Télam el periodista Alfredo Grimoldi, de 62 años y que con apenas 22 vivía una de sus primeras experiencias como profesional cubriendo para Diario Popular las alternativas del equipo del DT Juan Carlos ‘Toto’ Lorenzo.

En el partido de la sexta jornada ante Tigre, en el estadio Monumental de River, el club de Boedo instauró una marca todavía vigente, al expender 73.948 localidades en un compromiso de la segunda división del fútbol argentino.

Durante esa soleada tarde de marzo, los hinchas del ‘Ciclón’ fueron los principales responsables de que se vendieran 48.546 entradas generales; 24.889 plateas y 513 accesos a jubilados y damas. La recaudación general ascendió a 1.834.570.000 pesos moneda nacional, de los cuales Tigre llevó a sus arcas casi 835 millones, mientras que a San Lorenzo -por el hecho de ser visitante- le correspondieron algo más de 395 millones.

“Partido a partido era un fenómeno que se multiplicaba fuera adonde fuera. Y el hecho de permanecer invicto en el comienzo hizo que la gente se entusiasmara más”, agregó Grimoldi.

Sin embargo, un funcionamiento discreto en el campo de juego derivó en lo imaginable, más allá de que la derrota no se concretó en la cancha sino en los escritorios. Allá por la fecha 15, en el Tomás A. Ducó de Huracán, el valeroso Deportivo Morón empataba 1-1 con San Lorenzo y disponía de un penal a favor sancionado por el árbitro Aníbal Hay, a pesar de jugar con dos menos por las expulsiones de Roberto Marucci y Vicente Stagliano.

Pero el delantero Rubén Rojas jamás pudo ejecutar la pena máxima, porque la hinchada del ‘Ciclón’ se descontroló, sacudió alambrados, lanzó proyectiles y agredió a uniformados policiales. En síntesis, partido suspendido y el Tribunal de Penas de AFA que le dio el encuentro ganado al ‘Gallo’ del Oeste por 1-0.

Ese tramo del campeonato coincidió con el período de mayor zozobra del equipo azulgrana. A punto tal que estuvo cinco encuentros sin ganar y, entonces, ‘Toto’ Lorenzo, quien ya coqueteaba con la posibilidad de dirigir a Vélez Sarsfield en Primera, resolvió alejarse del cargo.

“Siempre fuimos primeros, de la fecha 1 a la última. Pero hubo un momento en mitad de campeonato, que (Juan Carlos) Lorenzo se va a Vélez y llegó el ‘Piojo’ (Yudica) para hacernos resurgir” describió oportunamente Jorge Rinaldi, otrora goleador del equipo con 16 conquistas.

“(José) Yudica nos reanimó cuando la presión de Gimnasia como escolta ya empezaba a asfixiarnos. Lo puso a (Rubén) Insúa de 5; me soltó más a mí. Y el equipo empezó a fluir mejor. Nos dio el envión necesario para aguantar arriba” recordó el hoy comentarista deportivo, con 59 años.

Los escoltas del líder fueron variando: Gimnasia, All Boys, Almirante Brown, nuevamente el ‘Lobo’ platense. Lo real y concreto es que el equipo de Boedo, a pesar de algunos tropiezos inesperados (0-1 con Lanús; 1-2 con Deportivo Armenio), logró mantenerse arriba en la clasificación.


Entonces llegó el encuentro con El Porvenir, en Liniers, y el ajustado triunfo con el gol de Insúa (St. 36m.), que accionó como desahogo y otorgando esa sensación de “deber cumplido”.

Durante esa tarde, San Lorenzo formó con Oscar Quiroga; Pablo Comelles, Osvaldo Biaín, Hugo Moreno y Héctor Osvaldo López; Armando Quinteros, Rubén Insúa y Miguel Batalla; Héctor Raúl López, Jorge Rinaldi y Eugenio Morel Bogado.





Fuente: TELAM