“Cuando fui padre, dimensioné lo solo que se debe haber sentido mi viejo conmigo preso”

Publicado: 17 / 06 /2023


Le dira a mi viejo que fue un fenmeno un gran compaero Nunca me reproch la militancia a pesar de su ideologa Foto Pepe Mateos
“Le diría a mi viejo que fue un fenómeno, un gran compañero. Nunca me reprochó la militancia a pesar de su ideología”. / Foto: Pepe Mateos

Décadas después de haber salido del infierno, Hugo Ernesto Soriani encontró una prueba irrefutable del material indestructible del que estaba hecho el amor que le tenía el capitán Hugo Soriani, su padre.

En una etapa de su largo cautiverio –Hugo hijo pasó detenido nueve años como preso político en diferentes cárceles del país entre el 3 de diciembre de 1974 y el 3 de diciembre de 1983 por su militancia en el PRT y el ERP- le habían sacado el mate en una requisa. Cuando, preocupado, el capitán le dijo a su hijo en una de sus tantas visitas que sabía de la situación, él lo tranquilizó divertido, contándole cómo habían hecho para violar la restricción.

El tubo vacío de un desodorante Odorono hacía las veces de calabaza, el capuchón de una Bic al que le habían derretido uno de los extremos oficiaba de improvisada bombilla, y la yerba y el agua caliente cada tanto eran aportadas por guardias con “buena onda” que hacían la vista gorda a la censura.

Los mates eran asquerosos, pero como recordó Soriani en diálogo con Télam, “era una forma de sentir que habíamos cagado a los milicos”.

El hallazgo se produjo hace relativamente poco. El capitán Soriani ya había fallecido (murió el 11 de marzo de 1989, a sus 75 años) y su hijo estaba revolviendo cajones en casa de su madre. En un momento  encontró un frasco de Odorono y una Bic similares al equipo de mate que improvisaban los presos. No era de él. Fue su madre -Mayrú- la que develó el misterio: “Una locura de tu padre, en una época tomaba mate así porque decía que lo hacía sentir más cerca tuyo”.

Ya en libertad un momento feliz entre padre e hijo Foto Archivo Soriani
Ya en libertad, un momento feliz entre padre e hijo. / Foto: Archivo Soriani

A día de hoy, con tres hijos y a sus casi 70 años, Soriani hijo cuenta la anécdota y no puede contener el llanto. Como escribió Faulkner, “El pasado no está muerto ni enterrado, ni siquiera es pasado”.

Las cartas del Capitán

Soriani incluyó el relato de ese hallazgo en “Las cartas del Capitán”, el libro de editorial Octubre en el que recopila la correspondencia que su padre militar y “gorila” le mandó durante su cautiverio a las cárceles de Magdalena, Caseros, Rawson y Devoto hasta que recuperó la libertad, a los 31 años y a días del regreso de la democracia, en diciembre de 1983.

Las cartas distaban mucho de ser correspondencia privada. Eran leídas por los militares, que decidían si las aprobaban o no,  y los presos tenían que leerlas parados delante de ellos y en poco tiempo, de modo que los familiares debían escribirles sobre temas neutrales, casi banales.

El libro de Soriani es una visita al universo de los
El libro de Soriani es una visita al universo de los

Esos textos fueron para Soriani hijo un haz de luz en medio de la oscuridad, la esperanza sobre el desánimo, el recordatorio de que el mundo seguía existiendo y de que su familia lo quería. En definitiva, un motivo para resistir los golpes, la mala alimentación, el maltrato, la humedad, la tortura y la reducción de la existencia a una superviviencia en condiciones inhumanas.

Y también, un modo de matar el tiempo para él y para sus compañeros de detención, porque matar el tiempo era un desafío tan grande como seguir respirando. El “Capi”, como lo llama cariñosamente su hijo, le habla de la cotidianeidad del River Plate (uyo amor compartían), del Mundial ´78, de ajedrez, de las noticias de los vecinos del barrio de Almagro, de boxeo y de la familia.

Siempre lo alienta a mantener la fortaleza para enfrentar el “difícil momento”. Siempre le recuerda cuánto lo quiere. Nunca, ni en público ni en privado, le reprochó su militancia a pesar de que contradecía su ideología.

“El libro es un homenaje a mi papá, pero también a todos los familiares de los presos políticos que acompañaron a sus hijos en los años duros”, dijo a Télam Soriani desde la redacción de PáginaI12.

Porque Soriani fue uno de los fundadores del diario, hoy es su director general, y las cartas de su padre fueron publicadas por entregas como contratapas en la medida en que las fue encontrando y organizando.

“El libro es un homenaje a mi papá, pero también a todos los familiares de los presos políticos que acompañaron a sus hijos en los años duros”

Hugo Ernesto Soriani el hijo de El Capitn en sus aos mozos Foto Archivo Soriani
Hugo Ernesto Soriani, el hijo de “El Capitán”, en sus años mozos. / Foto: Archivo Soriani

-Hugo, de dónde salen las fuerzas para sobrevivir en el infierno?

–En mi caso particular hay cosas personales, propias. Pero está la gesta colectiva. Esa sensación de “nos salvamos todos porque solo no se salva nadie” la viví día a día. Además de la convicción de las ideas por las que peleábamos, que más allá de los errores que cometimos eran absolutamente justas y creo que están vigentes. Y la solidaridad, lo colectivo, la resistencia, esa sensación de apoyarse el uno con el otro y de compartir lo poco que teníamos nunca la volví a vivir en libertad.  Eso lo reivindico.

–La lucha de los familiares de los detenidos y desaparecidos de la última dictadura militar en Argentina es muy femenina. Las Madres, las Abuelas. En tu caso, la figura protagónica fue tu padre. ¿Por qué?

–Es una pequeña gran injusticia con mi madre que también estuvo presente, pero algunas de las razones se remontan a la más tierna infancia. Siempre fui muy compinche de mi viejo, era un tipo realmente amoroso. En su ideología, era “gorila” y un militar típico. Pero en todo lo demás, no. Fue un padre muy compañero con el que compartí todas las pasiones. Nos íbamos de vacaciones, me acompañaba a jugar al fútbol, hablábamos de sexo, le encantaba que vinieran mis amigos a casa, escuchaba rock, caminábamos juntos por el barrio, me esperaba despierto cuando volvía de bailar para saber si me había levantado a alguna chica. Las diferencias empezaron con mi militancia política, pero nunca, nunca me la reprochó. Se reía, era tan “gorila” que decía “por lo menos no me saliste peronista y de Boca”. Me discutía y en algunas cosas de las que decía tenía razón.

“Esa sensación de apoyarse el uno con el otro y de compartir lo poco que teníamos nunca la volví a vivir en libertad”

–¿En qué cosas tenía razón el Capitán?

–Mi papá me decía que no teníamos idea de lo que eran las Fuerzas Armadas. “El Ejército es un león, ustedes son un mosquito. El mosquito está molestando al león y el león lo está espantando con la cola. Cuando el león se canse va a empezar a los garrotazos y ahí se acabó la joda”, decía. Y tenía razón.

Cuando sali en libertad Soriani eligi una ginebra para el desayuno porque llevaba una dcada sin tomar alcohol y casi se descompone Foto Pepe Mateos
Cuando salió en libertad, Soriani eligió una ginebra para el desayuno porque llevaba una década sin tomar alcohol y casi se descompone. / Foto: Pepe Mateos

Un preso “irrecuperable”

Cuando caían, los militares dividían a los presos en tres grupos. Los “recuperables”, los “probablemente recuperables” y los “irrecuperables”. Soriani era un “irrecuperable”.

Cada tanto, los entrevistaban para verificar si habían cambiado de ideas, si se habían “arrepentido”. Y los que decían que sí pasaban a otro grupo en el que mejoraban sus condiciones de detención. Soriani nunca se arrepintió.

Cuando el Capitán se enteró de que eso ocurría le recomendó a su hijo que firmara el arrepentimiento para no pasarla tan mal.. Y él se negó rotundamente. Y su padre se alegró de la negativa. “Esperaba que me contestaras eso, porque si te ven débil te pasan el trapo”, le dijo.

–¿Qué resignificaste de la relación con tu viejo y lo que sufrió con tu detención cuando vos fuiste padre?

–Entendí lo que debe haber sufrido, lo solo que se debe haber sentido. Fijate que en las cartas me trae a la cotidianeidad del mundo y me cuenta su día a día, las cosas del barrio. Y para mí recibir esas cartas en medio de la incertidumbre, del encierro, la humedad, el frío, los palos y la angustia, era muy fuerte, era saber que alguien te esperaba.

“Creo que por haber estado tantos años preso tengo una capacidad de disfrutar de las pequeñas cositas más que la media de los seres humanos

–¿En qué te cambió haber estado preso nueve años?

–Creo que tengo una capacidad de disfrutar pequeñas cositas mucho más intensa que la media de los seres humanos. Porque vos te vas a tomar un café acá enfrente y la pasás bien. Yo soy muy de bares y me acuerdo lo que extrañaba las pequeñas cosas, tomarse un café, acariciar a alguien, comerse un alfajor o comer una cucharada de dulce de leche. Cuando pensaba que no iba a salir vivo, mi remordimiento era no haber abrazado lo suficiente a determinadas personas, de no haber expresado lo suficiente los sentimientos de amor. Porque las broncas uno las expresa.

–¿Y qué ritos que te gustaban de chico y compartías con tu papá repetiste con tus hijos?

–Ir al Parque Rivadavia a cambiar figuritas, lo hacía con mi viejo y lo hice con Joaquín, mi hijo menor, que no podía creer que se pudieran cambiar figuritas en vez de comprarlas. Compartimos caminatas, como yo hacía con mi papá y obviamente compartimos el fútbol, la pasión de ir a la cancha, tradición que espero que repita con sus hijos. También compramos camisetas de distintos clubes. Y cuando mi viejo ya caminaba menos iba con él a tomar un café a La Orquídea, en Almagro, cosa que hago con Joaquín.

–¿Qué le dirías a tu papá, que no llegó a ver este libro que es un homenaje para él?

–Yo siempre tuve la sensación de no haberle dicho a mi viejo todo lo que lo quería, pero encontré una carta en la que se lo dije. Mi mamá me contó que a veces ella se despertaba de madrugada y lo encontró llorando. Le diría que fue un fenómeno. Que con sus ideas no me haya reprochado nunca nada es lo que más me conmueve.

Dice Hugo Ernesto Soriani, el hijo del Capitán, y se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas.





Fuente: TELAM