El imperio y los bárbaros

Publicado: 26 / 06 /2022


Foto Xinhua archivo
Foto: Xinhua (archivo).

¿A quién se le va a ocurrir leer los 75 artículos de la flamante Declaración BRICS, emitida tras la reciente XIV cumbre “virtual” convocada por China en su carácter de saliente presidente “pro tempore”?

Sin embargo, esa declaración tan poco difundida en nuestro país (un país que pretende ingresar al Grupo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), es la antesala institucional al nuevo mundo multipolar. Dentro de sus pautas todo, fuera de sus postulados nada.

Surgido en los albores del siglo XXI, como una medida más que nada de defensa ante el avance desenfrenado de la globalización imperialista, el Grupo BRICS es hoy el principal frente antagónico de esa globalización.

La evidencia es contundente.

Mientras a las puertas de los BRICS hacen cola casi 20 países para ingresar como miembros, el imperio se debate en contradicciones internas y en ríspidas disputas con amenazas de fractura entre sus miembros.

Los BRICS acumulan ya la cuarta parte del PIB mundial y casi la mitad de la población del planeta. Consecuentes con la línea del multipolarismo, han creado plataformas sectoriales de trabajo y desarrollo que trascienden largamente el “Quinteto” e incorporan importantes países en todos los continentes. En la reciente reunión “BRICS+” que sucedió inmediatamente a la cumbre de los cinco miembros participó incluso un representante de Oceanía, Fidji (tiene su importancia y ya diremos por qué…)
¿Qué ofrece el poder unipolar? Sólo represión, sanciones, presiones financieras y militares, amenazas silentes a todos los que, de una u otra forma, le manifiestan algún tipo, incluso el más tímido, de evidencia soberana como son los casos de Serbia y Hungría . Telefoneadas a Arabia Saudita o Catar para que saboteen la “OPEP+” que, con Rusia, controlan el mercado petrolero. Bloqueo a Venezuela y Cuba, por ahora, porque ya manifestaron su disgusto con la trabajada victoria de Petro en Colombia. Constante amenaza bélica a Irán. Refuerzo de efectivos militares en Europa, con o sin permiso de sus países, para impedir que los líderes eurooccidentales adopten actitudes autónomas, agachen la cabeza y se hundan en la peor crisis de su historia para seguir humillándose ante Washington.

Agréguese a este panorama la teleconducción a la Ucrania del clown televisivo Zelenski y a los países-gallitos del Báltico que, parafraseando a Francisco, “le ladran a Rusia” bloqueando la comunicación ferrovial con el enclave ruso de Kaliningrado (la ex Koenigsberg prusiana), lo que ha provocado el inevitable temor de la Unión Europea, sumamente preocupada por el sobrevenido desabastecimiento energético provocado por las absurdas sanciones a Rusia.

Ejemplo de ello es la prohibición canadiense de retornar turbinas reparadas en Siemens Canada para Siemens Alemania, que deben ser repuestas en el gasoducto “Nord Stream 1”. La proveedora rusa del fluido, Gazprom, no tiene nada que ver. El conflicto es entre Siemens y Canadá. La ciega obediencia canadiense a las sanciones hizo que el suministro de gas a Alemania baje en casi un 50%, sin que hasta ahora se haya resuelto esta estupidez.

Agréguese a esto también la abierta compulsión a los otrora fieles vasallos asiáticos para formar un frente policíaco ante China. Lo llamaron Partners in the Blue Pacific (PBP). Todo en modo anglosajón: USA, Australia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña y un obligado Japón. Pero… China es el principal cliente de estos países. ¿Hasta qué punto están dispuestos a ir con socios que se encuentran a miles de kilómetros de distancia y, por supuesto, no son los principales e inmediatos damnificados en un enfrentamiento con Beijing?

Este PBP se formó apresuradamente antes de la Cumbre en julio del Foro de las Islas del Pacífico en… Fidji. El tema principal de esta cumbre será la consideración de su adhesión al Pacto de Seguridad firmado por Islas Salomón y China en mayo de 2022. Este pacto es extremadamente preocupante para Estados Unidos porque permitirá que China refuerce su presencia militar en el Pacífico.

La próxima semana tendrá lugar en Alemania la cumbre de la OTAN, a la que por primera vez asistirán los líderes de Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur. Es decir, la Alianza del Atlántico Norte está atrayendo a los países del Pacífico. ¿Qué es esto, sino un paso hacia su transformación oficial en una global? La participación de los cuatro países del Pacífico es una señal inequívoca para China de que los Estados Unidos planean una contención global del Imperio Celestial, no tanto con sus propias fuerzas (a las que el coro mediático da como agotadas por su esfuerzo mundial) sino con las de sus aliados del Pacífico y también (¿por qué no?) con las de la Vieja Europa.

El contraalmirante retirado John Francis Kirby, jefe de prensa del Pentágono, advirtió que la reunión de la OTAN tiene como objetivo imponer nuevas sanciones a Rusia y a sus aliados y, en definitiva, hace “una demostración de músculos”.

Las metrópolis imperiales siempre han estado alejadas de las regiones donde los “bárbaros” destruían sus guarniciones o se hacían cargo de sus comercios. Hasta el momento en que esos “bárbaros” arrasaban con Roma… El mundo ha cambiado. Ahora la realidad es instantánea y universal. Cuando Roma decidía castigar a esas periferias, mandaba alguna legión que destruía, saqueaba, violaba, robaba y volvía “vencedora”. El carro triunfal paseaba por la metrópoli y los “bárbaros” terminaban en la arena del Coliseo o, en algunos casos mayores, crucificados a la vera de los caminos que, como siempre, conducían a Roma.

O a Viena. O a Constantinopla. O a Londres. Según la época y las costumbres. Pero todo imperio que se preciara tenía sus legiones y sus saqueadores. Los conquistadores españoles no eran otra cosa que malhechores expulsados de España o Portugal, a los que se les perdonaba con tal de que trajeran las riquezas del “nuevo mundo”.

Los conquistadores belgas arrasaron a sangre y fuego con África meridional y se quedaron con sus diamantes y sus minerales. Los conquistadores portugueses, algo menos “tecnificados”, se contentaron con traficar esclavos a los que arrancaban de sus hogares en Mozambique o en Angola. Los ingleses dividieron la India, Pakistán y adyacencias en convenientes territorios que impedían la unión de los pueblos originarios y facilitaban el saqueo. El té inglés era ceilanés (hoy Sri Lanka) y sus museos exhibían el robado patrimonio egipcio, hindú o el marfil de los elefantes de Kenya.

Del otro lado del Atlántico, los del 7 de caballería reventaban sioux, apaches o mexicanos para llevar la “civilización” hasta el Pacífico y más allá, digamos Hawai, o más acá, digamos Puerto Rico.

Y toda nuestra cultura, nuestra conciencia social se edificó en los cines de barrio, donde Alan Ladd o John Wayne se encargaban ellos solitos de liquidar malvadas tribus que osaban resistir a Washington o feroces “sij” que en la sofocante selva de Bengala atacaban arteramente (¡hasta con serpientes!) al atildado Errol Flyn o al audaz Douglas Fairbank…

El imperio adormece a sus habitantes con versiones “apropiadas” de la realidad. Cuando los traicioneros pieles rojas dejaron de existir, aparecieron los japoneses, después los coreanos, siempre los rusos, luego los cubanos, los vietnamitas, los musulmanes, los negros, los colombianos-venezolanos-argentinos, los chinos, los libios… Todos hijos de una mala madre que no aceptan los modales civilizados de la metrópoli, que viste a Tarzán con traje o convierte a Toro en el valet del Llanero Solitario, que obliga a Rambo a enseñarles democracia a punta de ametralladora o que entrena a la policía estadual en el asesinato de negros.

Sin embargo, la realidad internacional es más poderosa que las series televisivas e impone sus nuevas alineaciones como el preludio de un nuevo orden basado, como dice la declaración de la cumbre BRICS, en criterios de integración, respeto por las soberanías y solidaridad. Por lo tanto,  no es ahora tan fácil nominar a un enemigo “siniestro” y unir a todos en un frente contra él.

El intento ahora es para construir un frente común contra las “potencias revisionistas autoritarias”, es decir, Rusia y China, presentando a estos países como una sola amenaza al “orden mundial democrático” y, de tal modo, justificar las nuevas cruzadas contra los infieles.

Pero hoy el mundo es algo más que las series de NCIS o del FBI. A la desenfrenada fobia antirrusa se ha plegado una treintena de países: los anglosajones a la cabeza y el resto por obligación. Otros 180 siguen desarrollando sus relaciones con Rusia y China porque ven en esas relaciones un proyecto de sostenido avance económico y un comedido respeto por sus particularidades nacionales. La reciente cumbre BRICS es una clara demostración de la fuerza centrípeta del Grupo, identificado con este proyecto.

A la reunión “BRICS+” asistieron 13 estados más. El propio formato “BRICS+” surgió hace cinco años, normalmente la lista de sus participantes la forma el país anfitrión e incluye países de la región a la que pertenece o con la que limita. Pero esta vez, además de ellos, hubo muchos estados importantes.

Había dos países del G20: Indonesia y Argentina (también como presidente del CELAC), tres países claves del mundo islámico: Egipto, Irán y Argelia, tres del sudeste asiático: Tailandia, Malasia y Camboya, uno de los países africanos más grandes, Etiopía y el actual presidente de la Unión Africana, el presidente de Senegal. Estuvieron representados dos países de Asia Central: Kazajstán y Uzbekistán. Como dijimos, incluso Oceanía no fue olvidada: Fiji era de allí.

Lo que es más importante, casi la mitad de estos países (los más grande) afirmaron su intención unirse a los BRICS. Deben ser agregados a la lista México, Tÿrkiye, Argelia, Malasia, Emiratos y Arabia Saudita.

El presidente chino Xi Jinping subrayó que “en los últimos años, muchos países han expresado interés en unirse a nuestros Cinco…

“Naturalmente, los nuevos miembros darán sangre fresca a la cooperación BRICS, aumentarán su representación y autoridad. Este año, el tema de la expansión BRICS se discutió de manera sustantiva en varios lugares. Considero conveniente promover este proceso para unir a más países alrededor de los Cinco”.

Su colega ruso Vladimir Putin señaló que “la relevancia de la interacción con socios que comparten nuestros valores ha aumentado dramáticamente en las actuales condiciones de desequilibrio en las relaciones internacionales”.

Los BRICS no conforman una alianza militar pero esta es su fuerza, no su debilidad. Porque es necesario resistir los intentos del proyecto anglosajón saliente de extender su dominio, en primer lugar, no en el plano militar (Rusia y China se encargan de ello de todos modos, incluso juntas), sino en el financiero, comercial, logístico, ideológico. Aquí cobran importancia los nuevos jugadores que confían en la formación de un mundo multipolar, construyendo nuevos mecanismos globales de interacción (alternativos a los anglosajones), así como fortaleciendo su propia independencia. El potencial del “Quinteto” puede ser realmente muy grande, y esta es la mejor respuesta a la coalición que el Occidente anglosajón está tratando de formar.

El Grupo está en camino de convertirse en el principal interlocutor político y económico del imperio unipolar. La declaración de esta XIV Cumbre señala claramente el objetivo: transformar el orden mundial con profundas reorganizaciones de Naciones Unidas, la OMC, el FMI y el resto de las entidades internacionales que el imperio hasta aquí utilizó para imponer sus dictados.

Para lograr este fin, los BRICS plantean abrir la conscripción de nuevos socios. Piensan en los principales países del mundo en desarrollo, emergente, periférico o como quieran llamarlo. Hacen cálculos y constata que, en una nueva composición, al menos cinco miembros serán activos participantes del G-20. Esos nuevos miembros facilitarán la relación con las principales organizaciones interregionales como la CELAC, la Unión Africana, la ASEAN, la OCSh, o la Liga Árabe. La nueva plataforma de los BRICS facilitará la apertura orgánica de la ONU al nuevo orden multipolar habilitando un Consejo de Seguridad abarcativo y no monopolizado por las grandes potencias, y obligará al FMI a cambiar su política (al fin y al cabo el FMI tiene como accionistas a todos los países) y redefinir tanto sus línea de crédito como sus cobranzas.

Todo está proclamado en la reciente declaración BRICS. Lo resumió Xi Jinping en su intervención en la cumbre “BRICS+”: “Nuestra era está llena de desafíos y esperanzas, debemos evaluar con seriedad la tendencia del desarrollo mundial, generar confianza, reunir nuestra voluntad y unir nuestros esfuerzos para promover el desarrollo global”.

Principal postulante al ingreso es la Argentina. Lo señaló Alberto Fernández en su intervención en la “BRICS+” virtual: nuestro país tiene grandes premisas que lo colocan en un lugar ventajoso, no sólo por sus recursos materiales, también por sus calificados recursos humanos, por la carencia de conflictos hacia afuera y hacia adentro y por el alto nivel de su ciencia y su cultura.

Sin una línea de desarrollo político estable y una sólida plataforma económica, todas estas ventajas se convierten en puras palabras. En un desgastado párrafo de un viejo discurso que arrastramos desde hace siglos. En la exhibición de un país frustrado e inviable. ¡El país quizá con mayores y más fáciles recursos es catalogado como “inviable”! ¿Eso somos? ¿Hemos permitido que el poder oligarca nos convierta en un hato de borregos que pugna por encontrar un lugarcito bajo el sol?

La disyuntiva es de hierro. Hamletiana. Para poder incorporarse al nuevo orden multipolar, que hoy por hoy se encarna en los BRICS hace falta algo más que lo señalado por nuestro presidente. Y eso es la resolución de un pueblo de asumir la mayoría de edad.

El punto crítico.





Fuente: TELAM