El teatro, el cine y ahora el streaming, distintos escenarios que recuerdan a Evita
Publicado: 25 / 07 /2022
Eva Duarte de Perón murió en 1952 a los 33 años y antes que ser esposa de Juan Domingo Perón fue actriz, en teatro, radio y un puñado de películas, todas performances con raíces populares que dieron paso a su irrupción en la más alta política que comenzó a crecer en forma irresistible. Una épica que fue abruptamente interrumpida por una enfermedad que la convirtió en mito, en leyenda y en parte ineludible de las clases más populares.
Eva dejó de ser actriz para protagonizar otra historia, la de un país que necesitaba cambios en su sociedad, luego de una guerra distante que había conmocionado a la humanidad y que permitió a la Argentina dar fe que aquello de “granero del mundo” no eran un slogan publicitario sino que podría ser clave para un gran crecimiento (que de hecho ocurrió), siempre y cuando los derechos postergados de las clases más humildes se materializaran cosa de dar ese gran paso a una etapa global sin conflictos.
Sin embargo aquella utopía comenzó a debilitarse tras la muerte de Evita y las grietas que ya amenazaban con echar por tierra las conquistas de los primeros años, un devenir de aciertos y errores que fueron la excusa para que, finalmente y como parte de un nuevo esquema internacional, Perón fuera derrocado y así avanzar con un cruel capitulo de proscripciones, persecuciones y retrocesos, un sinfín de idas y venidas -algunas muy trágicas- que se extiendieron por más de tres décadas.
“Ya en su tiempo Evita era un personaje conocido en el exterior y no había necesidad de esta infamia que han hecho con la ópera. La han dado a conocer de forma indecorosa y sucia persiguiendo el lucro” Hugo del Carril (en 1982, acerca de la ópera “Evita”)
En 1978, dos años después del golpe militar que terminó con la tercera puesta a prueba del peronismo después del regreso al país de líder tras su exilio de casi dos décadas y de también su tercera presidencia interrumpida cuando murió en cumplimiento de su mandato el 1 de julio de 1974, los autores de la polémica “Jesucristo Superstar”, creyeron oportuno ya en medio de las denuncias por violaciones a los “derechos humanos” en Argentina, elegir como personaje central de su nueva ópera rock a Eva.
De pronto la ópera rock “Evita”, estrenada en el Prince Edward Theatre de Londres, con Marti Webb, un año después en Broadway con Patti Lupone, se convirtió en el espectáculo que todos querían ver o al menos escuchar, pero la dictadura argentina, con una censura diferente a la que existió durante del sangriento golpe de 1955, desde las sombras no parecía estar de acuerdo con su difusión. Mucho menos que se recordara a la mujer como la “abanderada de los humildes”y con el riesgo de convertirse en un emblema de lo que estaba prohibido..
El 1 de junio de 1982, con Raúl Alfonsín ya candidato a la presidencia, en un antiguo departamento de la calle Cangallo (que luego en 1984 se convertiría en Perón) al 1900, el célebre Hugo del Carril confesó al autor de esta nota que estaba muy enojado con los que habían pergeñado aquella ópera y aseguró que si él pudiera retratar a Evita en una película “la mostraría como fue, una mujer entregada de lleno a su pueblo, hasta el punto que toda su preocupación, su esfuerzo y su trabajo la llevaron a la muerte”.
“Ya en su tiempo Evita era un personaje conocido en el exterior y no había necesidad de esta infamia que han hecho con la ópera. La han dado a conocer de forma indecorosa y sucia persiguiendo el lucro”, dijo con su voz ruda, siempre firme, la misma con la que en su tiempo había grabado en discos de pasta la eterna Marcha Peronista, conciente -y triste- de que emprender aquella épica -a esa altura de su vida-, era una utopía, un sueño imposible de cristalizar.
Faye Dunaway
En ese mismo momento la televisión estadounidense había estrenado “Evita Perón” (1981), mamarracho dirigido por Marvin J. Chomsky (el mismo de la miniserie “Raíces”), que muestra a la Argentina como una republiqueta, que desdibuja a Perón y a Evita con trazo más que grueso, interpretados por James Farentino y a Faye Dunaway, un despropósito sin rigor de ningún tipo, con una Guadalajara casi colonial que no tiene nada que ver con la auténtica ciudad de Buenos Aires, y sus edificios emblemáticos.
Flavia Palmiero
Frente a esa caricatura, en la Argentina de la fresca democracia el publicista y escritor Eduardo Mignogna (1940-2006) encaró el docudrama “Evita: quien quiera oír que oiga” (1984, con música de Litto Nebbia), en el que reunió imágenes reales, testimonios y ficción de la joven Evita que partía de su pueblo natal con rumbo Buenos Aires, hasta conocer a Perón, en tanto se revelan algunos posibles porqué de esa historia que conmoverá las raíces del pueblo argentino, con su carga de amor-odio.
Para ese papel el joven Mignogna, que hacía sus primeras armas en el cine, eligió a una adolescente Flavia Palmiero quien recuerda aquel momento con mucho cariño por tratarse de su debut como actriz: “Haber hecho de Evita en julio de 1983 cuando todavía gobernaba la dictadura militar y como todavía no se habían hecho las elecciones no sabíamos cómo se iba a estrenar. Un año después llegó el momento y fue muy fuerte”.
“Fue una gran oportunidad que mi primer casting sea para la primera película para el cine argentino y del cine mundial acerca de Evita. Una gran sorpresa porque jamás pensé qué mi carrera iba a arrancar con un personaje inolvidable, increíble, que después representaron un montón de actrices en el mundo. Cuando vi la película y a ella con su despliegue fue muy emocionante, muy especial y muy mágico”, asegura.
“Lo recuerdo con mucho cariño, fue un honor haberlo hecho”, dice la actriz acerca del papel de Evita (se puede ver en la plataforma Cine.ar), que luego siguió su carrera principalmente en televisión con “La ola verde”, entre numerosos ciclos infantiles, la series “Son amores” y “Cuéntame cómo pasó”, entre más y ahora en rodaje de “Madame Requin”, una serie dirigida por Alberto Lecchi, una historia de suspenso donde comparte los papeles principales con Fabian Vena.
Nacha Guevara
La ópera rock de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice no pasó desapercibida para la militancia peronista argentina, y fue así que en 1984, y todavía caliente el fervoroso recibimiento que tuvo el triunfo de Raúl Alfonsín, con su consecuente apertura política, el escritor y poeta Pedro Orgambide en las letras, con el músico Alberto Favero, construyen a cuatro manos “Eva, el gran musical argentino”, protagonizado por Nacha Guevara, que poco tiene que envidiar a la británica,
“Si yo pudiera entregarme | sin medida a una pasión | como quien quema las naves | como quien habla con Dios | Si mi vida fuera otra | Sólo entonces sería yo | Aquí dentro hay otra Eva | y es mejor de lo que soy | Si pudiera, si me atrevo | a ser lo que sueño yo | No tendré más esta pena | de ser sólo lo que soy | Brillaré como una estrella | Seré alguien bajo el sol | Algún día seré Eva | y ese día seré yo”, dice la letra escrita por Orgambide para “Si yo fuera como ellas”, uno de sus 29 temas memorables.
Madonna
En 1996, el mismo año en que Hollywood decide materializar su versión de la ópera rock, el cine nacional se carga las baterías en una suerte de explosión en materia de producción como resultado de la implementación de la legislación de protección a la producción nacional. Casi al mismo tiempo que Alan Parker sale a la producción de “Evita” -con Madonna en el papel central junto a Jonathan Pryce como Perón y Antonio Banderas como un Che Guevara muy sui géneris (y cínico)-, el veterano Juan Carlos Desanzo, se pone al frente de un guión escrito por José Pablo Feinmann.
Parker rueda en locaciones argentinas buena parte de su película, incluso logra autorización para hacerlo en la Casa Rosada y consecuentemente en la Plaza de Mayo, con el visto bueno del entonces presidente Carlos Saul Menem. Una superproducción a todo trapo en la que obviamente se destaca la banda de sonido con la voz de Madonna, su trabajo ajustado al guión que no modifica demasiado el de la puesta original, con mejor suerte en cuanto a despliegue de escenografías y vestuario.
Esther Goris
En tanto pasaba esto, de cara al producto de Hollywood que recaudó 140 millones de dólares, Desanzo convocó a Esther Goris para encarnar a Evita, y a Víctor Laplace para interpretar a Perón, que se llevaron muy bien con los textos de Feinmann. Estos subrayan el temperamento de Eva Perón frente al momento crucial que le tocó vivir cuando en simultáneo a su diagnóstico fatal, se ve “persuadida” a renunciar a la candidatura vicepresidencial en el primer sufragio con el voto femenino por el que tanto luchó y que finalmente se concretó el 11 de noviembre de 1951.
“Sin lugar a duda el haber encarnado a Eva Perón es un regalo que le da la vida a una actriz muy de cada tanto”, dice Goris. “Me modificó en lo laboral muchísimo, me hizo muy popular aquí y en otros países. En lo personal creo que nadie que la haya encarnado siga siendo el mismo, porque conocer a Evita es adentrarse en la vida de una mujer que fue una gran política, entrañable de carne y hueso, que supo vencer su temor con un coraje inigualable, lo cual no es frecuente”, agregó.
“Es una de las figuras más queridas de la historia del siglo 20, y cumple todos los mitos: nadie como ella encarnó las dicotomías: santa-prostituta, mito blanco-mito negro, pero aún los que celebran el mito negro, doy fe que muchos de ellos la admiran y la quieren”, concluyó la actriz cuyo nombre siempre es asociado al personaje, igual que Laplace al de Perón.
Laura Novoa
La actriz que acaba de estrenar la miniserie “María Marta”, fue Evita en dos oportunidades. Primero en cine, en “Ay, Juancito!” (2004), de Héctor Olivera, donde el eje estaba puesto en el hermano de Eva, Juan Duarte y sus aventuras de todo tipo, incluidos excesos políticamente incorrectos que terminaron con su enigmática muerte: “En la película de Olivera estuve en dos escenas, con Perón, en ‘Mi mensaje’ por televisión la del ‘renunciamiento'” recuerda Laura Novoa.
Si hay algo que caracterizó ideológicamente a “Ay Juancito” fue la mirada antiperonista de Olivera, que no abarca al personaje de Evita, a la que trata con mucho respeto y que calzó como un guante a Novoa. Ella pudo darle a esas breves apariciones junto a Jorge Marrale, que interpretó a Perón, y a Adrian Navarro, como Juan Duarte, tan diferente en su personalidad respecto a su hermana quien, de alguna forma trataba de hacerlo sentar cabeza aunque no habría de tener éxito.
La segunda oportunidad de Novoa llegó en 2010 con el episodio “Mi mensaje” de la serie “Lo que el tiempo nos dejó”, dirigido por Adrian Caetano con producción de Underground para Telefe: “Tuve mucho tiempo de preparación con un coach político, porque se cuenta su final en relación a su libro precisamente titulado ‘Mi mensaje’, escrito durante el agravamiento de su fatal cáncer de útero”.
Recuerda Novoa que para su papel “estudié mucho el cuadro político y así darle imagen a solo una voz, a ese discurso lo hizo por la radio unos días después del ‘cabildo abierto’ en la 9 de Julio. Para mí fue impresionante, porque tenía que interpretar ese estado de tristeza y bronca haciéndole honor a la lealtad que le tenía a Perón”.
“Pasó algo muy interesante en el final del capítulo. Mientras hacíamos el doblaje, Luis Ortega me permitió leer algunas frases que subrayé en el libro y que no estaban en el guion de Marcela Guerty y que finalmente quedaron en la edición final. Y si hay algo que tengo en claro después de interpretarla es que por más que uno no sea peronista, uno se vuelve peronista”, confesó Laura.
Elena Roger
En 2006 fue el mismo Andrew Lloyd Webber quien convocó a la argentina Elena Roger -que entonces tenía 32 años- para interpretar en Londres el papel central de “Evita”, que le valió una candidatura como Mejor Revelación por el diario Evening Standard así como una multitud de elogios que le permitirían seis años después, en 2012, presentarla en Broadway. Esta vez con el acompañamiento del cantante boricua Ricky Martin como un nada fidedigno Che Guevara.
“Interpretar el rol de Evita fue de una gran responsabilidad. Me fue imposible desligar la fantasía del musical de los hechos reales. Y quise crear una Evita más humana de lo que estaba planteado. Aprendí de historia y de las tantas miradas de los hechos que puede haber. Un personaje maravilloso y rico para ser interpretado”, asegura Roger, en un intervalo de los intensos ensayos de “Piaf”, la puesta que presentará este año en Buenos Aires.
Julieta Diaz
Entre “Eva Perón” y “Juan y Eva” (2011) pasaron 14 años, y esta vez fue Paula de Luque, la primera mujer en dirigir una historia con estos singulares protagonistas según la impronta que otro cineasta, Jorge Coscia, le había dado al relato que inspiró la película. Los roles protagónicos estuvieron en manos de dos grandes actores argentinos: Osmar Núñez y Julieta Díaz. Ambos pudieron “interpretar” aquellos momentos no registrados por la historia, los de puertas adentro incluso de cómo se gestó aquel 17 de octubre de 1945, y donde -como ya lo había logrado Feinmann-, Evita vuelve a brillar.
“Yo había visto ‘Eva Perón’ cuando tenía 19 años en el cine con mi viejo y me acuerdo que quedé muy conmovida con su trabajo”, recordó Diaz, quien ya con la idea de participar en el casting de la película (la iba a rodar el mismo Coscia pero terminó siendo De Luque, cuando el primero fue designado Secretario de Cultura), habló con Goris. Esther la alentó con un “Vas a quedar, vas a ver que vas a quedar!!”, y así fue. También Díaz confesó que viendo “Perón, sinfonía del sentimiento”, de Leonardo Favio, para conocer a la Evita verdadera, terminó de convencerse acerca de su propia postura política.
Núñez y Díaz interpretaron los roles epónimos como parte de una mirada furtiva de lo que ocurrió sin testigos, pero si con la intuición del autor -Coscia- y la acertada mirada de De Luque, que con un lenguaje signado por los mismos momentos que le tocó abordar, en especial los del 17 de octubre de 1945, logró capturar ese instante en el que la historia argentina comenzó a escribir uno de sus capítulos más trascendentes y del que, con vientos a favor o en contra, será imposible retroceder.
Julieta Cardinali
En 2012, la televisión española respaldó la producción de un telefilme “Carta a Eva”, dirigido por el catalán Agusti Villaronga, que relata un episodio protagonizado por la primera dama argentina, interpretada por Julieta Cardinali, en su visita a la España aislada de la posguerra gobernada por el dictador Francisco Franco, y cómo una mujer condenada a dos penas de muerte por terrorista, le le ruega pedir clemencia por ella a Carmen Polo, la esposa del “caudillo” encarnada por Ana Torrent.
Según Cardinali, “hay mucha diferencia entre componer un personaje inventado o alguien que sí existió, y Eva tenía muchos componentes extras. Todos en la Argentina sabemos quién fue Eva, su cara, sus gestos, cómo pensaba, es decir lo popular. Para los españoles Carmen Polo también era muy popular, querida o no, y lo que buscaba Villaronga era sacarlas de las estampitas para verlas en su intimidad, dos extremos opuestos políticamente hablando”.
“Para mí fue de mucho compromiso, un viaje hermoso, y Villaronga me ayudó a conocerla mejor: investigamos y leímos mucho, y tratamos de ir a lo más humano de ella -continúa Cardinali-. Siempre la admiré, pero después de componerla la admiré aún más; hice freno en algunos datos que a veces uno pasa por alto. Eva murió a los 33 años, y todo lo que hizo, como el voto femenino, una mujer que amaba tanto a sus descamisados, fue en esos pocos años. La admiro mucho y agradezco haberla conocido un poco más”.
Sabrina Macchi
En “Eva no duerme” (2013), el cineasta argentino Pablo Agüero encuadró los sucesos que tuvieron lugar tras el golpe de 1955, desde la apropiación del cadáver embalsamado de Eva Perón por un grupo militar, y la perversión que escondió aquella operación, en un todo que tiene como relator al almirante Emlio Eduardo Massera -interpretado por Gael García Bernal-, uno de los integrantes de la última dictadura cívico-militar de 1976.
La elegida para ser el “cuerpo” de Evita fue la joven actriz Sabrina Macchi, que recientemente participó en “Tékate”: “Ponerme a Eva en el cuerpo fue para mi una experiencia absolutamente transformadora. No sólo como actriz sino también como mujer porque con su fiereza y su absoluta dulzura, su sensibilidad y sus convicciones, yo tenía que interpretar su cuerpo, rebosante de magnetismo. Y desde su quietud hacer honor a esa fortaleza inmensa”.
“En el rodaje tuve la sensación de que la interpretaba como una santa y una guerrera, que tuvo una vida muy corta pero contundente y transformadora. A mi me vinculó con mi propia energía, y mi cuerpo, con mi quietud, y para sostenerme quieta y que mi corazón no se ponga revoltoso debía sostener otro tiempo. Eva me invitó a vivir el tiempo de otra manera y habitarlo con muchísima más presencia, a ser responsable y mucho más audaz, como actriz y como mujer”, concluye Macchi.
Natalia Oreiro
Hace más de una década, muchos productores tenían en la mira el libro “Santa Evita”, de Tomás Eloy Martínez. El periodista y escritor ficcionó el derrotero del cuerpo embalsamado de Eva Perón, tras el golpe militar de la autoproclamada Revolución Libertadora de 1955 y que lo desapareció con destino desconocido. Fue recuperado un año después del secuestro y muerte del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu en 1970, por parte del grupo de acción directa Montoneros.
El proyecto del relato que toma ese hecho memora además buena parte de la historia de Eva Perón fue convertido en miniserie para la plataforma Star+ (se estrena este martes 26 de julio), que con dirección de Rodrigo García (hijo de Gabriel García Márquez) y Alejandro Maci, tiene a Natalia Oreiro en el papel central, junto a Diego Velazquz, Diego Cremonesi, Ernesto Alterio, a Dario Grandinetti (como Perón) y el español Francesc Orella, como el embalsamador Pedro Ara.
“Interpretar Eva es algo impensado, que por demasiado grande y trascendente jamás soñé con poder hacerlo porque en lo profesional nunca me sentí con la capacidad para interpretar a semejante mujer” aseguró Oreiro en diálogo con Télam.
“Cuando me llamaron para participar del casting me sorprendió y tuve una sensación interna de decir ‘vamos a intentarlo’ a ver si hay algo en mi, en mi mirada o energía que pueda llegar a cristalizarse en algo de ella y pueda conmover”, recordó Natalia. “Cuando me avisaron que quedé fue una mezcla de sensaciones, de mucha alegría y mucho miedo por interpretar a la mujer más influyente de la Argentina y me animaría a decir de América Latina.”
“Fue un viaje super intenso, poderoso y creativo, aprendí mucho no solo de ella sino de la historia argentina. Tenía que entender a esta niña que en solo seis años transformó la realidad social de la clase trabajadora, le dio entidad a las mujeres no solo con el voto sino logró que se involucraron en la vida institucional, les dio derechos a niños y ancianos y el trabajo en su Fundación es lo que más la refleja”, sintetizó Oreiro.
“Siento que todo eso lo vivía de una manera muy personal y creo que su origen fue determinante para ayudar al prójimo, una mujer perseguida por los prejuicios de la sociedad machista e incluso de las mismas mujeres. En este viaje de composición y dolor sentí qué significó para ella dejar a su pueblo en el momento que más la necesitaba, Me atrevería a decir que su dolor más grande no fue su propia muerte sino la posibilidad de que su causa quede a la deriva. Fue un orgullo encarnarla y creo que es uno de esos personajes que siempre quedan dentro de uno”, concluyó.
Sebastián Galeota y Benjamín Vicuña
En dos oportunidades, el papel de Eva Perón fue asumido por hombres: un bailarín y actor argentino que vive en Francia desde 2005 pero vuelve periódicamente; y un actor chileno cuya carrera en cine, televisión y teatro tiene como escenario la Argentina.
Sebastián Galeota se instaló en París en 2005, trabajó en Disneyland París y luego en el Olympia. Regresó a Buenos Aires en 2009 con el elenco de Marilú Marini en la primera puesta de “Eva Perón”, de Copi, para luego volver a Francia en 2012 donde fue dirigido por Jorge Lavelli. En 2014 ya asociado con el teatrista Stéphan Druet , encaró la puesta en escena de diferentes piezas, entre ellas dos con eje en Eva Perón, “DolcEVITA” y “Evita, amor y gloria”.
“Stéphan empezó a investigar, y apareció la historia de su vestuarista Paco Jamandreu que convirtieron en un peluquero ficticio, Julio, quien se viste de Evita para contar su historia, y que a la muerte de la verdadera desdobla su personalidad entre él mismo y el personaje”, recuerda Galeota. “Te cuenta la historia desde sus comienzos hasta su muerte donde es un desdoblamiento permanente con la esquizofrenia siempre presente, muchos personajes en uno solo”
“Interpretar el papel de Eva fue algo impresionante no solo porque fue en París con el que puedo contar la historia política argentina, sino porque es controversial en el cual hay que actuar demasiadas cosas. En este espectáculo escrito por un francés y que sigo haciendo allí en París y en giras, soy el peluquero de Eva que vivió todo el tiempo con sus manos en su cabeza. Se convirtió en su confidente y a su muerte se volvió esquizofrénico y se convierte en ella para contar su historia”, explica.
“Este personaje tiene tanta adoración por Eva que quiere ser ella. Como actor, interpretar este personaje con doble personalidad es también pensar que Eva de alguna forma podría haberla tenido. Creo que fue un personaje importante delante del público y a la vez una persona que sufrió muchísimo detrás del público… Tener que actuar todas esas emociones tan fuertes fue algo impresionante, que si bien nunca estuve muy atrapado por el mito me dio un montón de satisfacciones”, concluyó.
En la muy polémica pieza de Copi, “Eva Perón”, una Eva a punto de morir, interpretada por Benjamín Vicuña, obliga a la gente más cercana a encerrarse con ella para esperar la muerte. Todo es parte de una estrategia que cuenta con la expectativa de los que no saben y están afuera del encierro: creer a Eva moribunda, con su madre y Perón en la cabecera de su cama, velando sus últimas horas. Pero algo no sale bien, la muerte no se decide y Eva está cansada del encierro.
Más allá de las controversias entre los ortodoxos y los transgresores, en tiempos de su estreno Vicuña fue claro: “Mi opinión de Evita siempre fue la misma. Es una persona a la que admiro, respeto, es un icono social de lucha, de defensa de los derechos de los más pobres, reivindicó los derechos de la mujer también. Es un personaje político que es un icono mundial. Y también la mujer arrojada y valiente que se sobrepone al dolor, a su enfermedad”.
Y en ese sentido el actor subrayó que la Evita de Copi “…aborda el cáncer como una enfermedad privada y como el mal de todo un país y una sociedad”.