La hora de los ‘vivos’ o a los tibios los vomita Dios

Publicado: 12 / 06 /2022


Foto Presidencia
Foto: Presidencia.

Ya está. Ya pasó. Le cantamos las cuarenta al anciano y a su celadora. Habrá salido corriendo a levantar el bloqueo de Cuba, el embargo a Venezuela, las 1.500 (¡!) sanciones a Rusia, a indemnizar a Afganistán, a pedir perdón en los Balcanes, a Irak, a Libia, a reconocer su autoría en los golpes de estado de nuestro continente y hacer el correspondiente mea culpa por las sangrientas dictaduras militares que entronó.

Habrá tomado un respiro y habrá continuado desactivando el chantaje a Europa para que compre el recontracaro GNL que le ofrece y rechace el recontrabarato gas natural que por caño le llega desde la maldita Rusia. De inmediato habrá impartido órdenes a sus barquitos, seals, infantes de marina, etc. para que se retiren del Golfo Pérsico, de Guantánamo, de Taiwán, del Cuerno de África, dejen de proveer la base militar inglesa en Malvinas.

Impelido por la desazón que le debe haber producido la frustrante seudocumbre de las Américas, debe estar preparando un relampagueante discurso en el Congreso, anunciando (si no se equivoca, comete algún furcio o confunde el atril del proscenio con el pasillo que lleva al baño de hombres) que su país no es más el elegido de Dios para reinar sobre la humanidad y decidir quién es puro democrático y quien es un maldito enviado del infierno bolchevique…

No lo creo. No creo nada de eso. En Washington DC todo sigue su curso normal.

Somos nosotros los que debemos finalmente comprender que ya está bueno. Que el futuro de nuestra Patria lo forjamos nosotros o no lo forja nadie. Aquel sanmartiniano “serás lo que debas ser o no serás nada”… Valernos por nosotros mismos y por el papel que puede jugar la Argentina en un mundo nuevo, sin hegemonías ominosas, sin dictados oprobiosos, con solidaridad y respeto a la integridad del “otro”, con un criterio de seguridad que se basa en la seguridad de todos, en el equilibrio de intereses y en la integración de desarrollos.

Es la hora de los “vivos”. Ejercer nuestra soberanía para desplegar todo nuestro potencial. Sin dudas, la Argentina es uno de los países que en el mundo pueden ser base para el desarrollo multipolar. Sabemos lo que ofrecemos y sabemos qué necesitamos. Vayamos a reunirnos con quienes necesitan lo que ofrecemos y están en condiciones de responder a nuestras necesidades.

Perón decía que los pueblos son ricos no por lo que tienen, sino por lo que producen. En este mundo donde el hambre comienza a enseñorearse de grandes regiones, nosotros podemos ofrecer alimentos para centenares de millones de seres humanos. En la lucha por un mundo limpio, nosotros podemos ofrecer nuestros recursos renovables. Mientras la humanidad se conmociona por las oleadas migratorias de famélicos, desesperados, sin rumbo, nosotros tenemos un territorio que, al decir de Sarmiento, puede albergar cien millones de personas.

¿Cómo puede ser que nuestra Argentina pase hambre, privaciones energéticas, asfixias financieras? Ni siquiera hemos hecho un arqueo de lo robado por delincuentes que se auparon en el poder durante cuatro años y hoy, muy orondos, dan cátedra de dignidad. Como medida preliminar yo reabriría los penales de Sierra Chica y de Ushuaia y los mandaría a picar piedras. Después vemos eso de los juicios, las acordadas, las cautelares. Mientras tanto, queridos, ¡en cana! No en cómodas celdas con televisión y vista al mar. ¡Que laburen!

Telam SE

Y decirle así al mundo que, como corresponde en cualquier emprendimiento, se abrió un sumario y los responsables serán juzgados y sus bienes decomisados hasta cubrir el valor de lo malversado. Librar oficios a interpol, al Tribunal de La Haya, a quien sea, solicitando información fehaciente del paradero de los dineros mal habidos.

Comunicar al FMI que, habida cuenta del reconocimiento que hizo respecto del fraudulento préstamo de 57.000 millones de dólares al anterior (con perdón) gobierno, se exigirá a los organismos internacionales pertinentes la apertura de una investigación sumarísima de dicho fraude y, en tanto no se logre una clarificación satisfactoria, la Argentina no hará efectivo el pago del préstamo. Como en cualquier contencioso comercial.

El fundamento jurídico está dado por la resolución de la Asamblea General de la ONU, de fecha 10 de septiembre de 2015, que estipuló los principios rectores, los principios básicos para la reestructuración de las deudas externas de los países. En el discurso que pronunció ese año en la ONU, la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner, destacó como el básico de esos principios sancionados por la ONU, el respeto por “la soberanía de un país para decidir su política macroeconómica y también para decidir cómo va a reestructurar esa deuda”. Una reestructuración que no puede ser “a costa del hambre y la miseria del pueblo, sino a través de un proyecto político y económico y de variables macroeconómicas que hagan sustentable el desarrollo y el crecimiento de una sociedad.”

No se trata de “impuestos extraordinarios”, o “inesperados”. Lo que corresponde es una postura firme, de principios, lógica, que revierta la carga fiscal hacia quienes deben asumirla y que sancione -como en cualquier país normal- a sus infractores.
Ningún país, en el mundo actual, puede desplegar su potencial sin la interacción con el mundo. Con sus pares multipolares. Porque es la salvaguarda ante el descarado saqueo de un mundo unipolar que, antes de desaparecer pretende salvarse a costa del resto. Esa imposición está condenada al fracaso y así lo está demostrando día a día con el colapso de sus finanzas, con las crecientes contradicciones entre sus propios integrantes, con la incapacidad política, económica y militar de cortar el avance del nuevo orden multipolar.

En este propuesto contexto de firmes actitudes de salvaguarda de nuestra identidad y nuestro patrimonio, es el momento de salir a consolidar los lazos con aquellos que necesitan de nuestras ofertas. En 2010, si no me equivoco, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner resolvió abrir agregadurías agrícola-industriales en los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El objetivo era que dichos agregados fueran verdaderos “viajantes de comercio” que recorrieran su distrito ofreciendo y demandando. La idea central era potenciar el rol argentino en la provisión de alimentos y ofrecer nuestras capacidades para el desarrollo energético tanto renovable como tradicional entre otros rubros.

Hoy más que nunca necesitamos de esos “viajantes” que lleven en sus valijitas las muestras de lo que ofrecemos y el talonario de pedidos. Es la hora de los “vivos”. Ahora, en este momento, aprovechando las tremendas circunstancias que vive nuestro mundo.
Soy experto en las relaciones con Rusia. De un lamentable nivel. Puedo confirmar que las grandes empresas rusas, respaldadas por los principales bancos del país, están listas para abordar negociaciones en materia de transporte, energía, petroquímica, agrobiotecnología, industria alimenticia, innovación agropecuaria, etc.

No soy experto en las relaciones con China y con India. Pero estoy seguro de que el cuadro es similar. El campo es inmenso.
Los BRICS tienen su propio banco de desarrollo, que despliega programas de financiación para proyectos de infraestructura. Las condiciones son realmente mejores que las que ofrecen tradicionalmente el FMI o el BID manejado por el furtivo Mauricio Claver Carone, metido con fórceps por la administración Trump para mantener el sojuzgamiento financiero de América Latina. Cuando quieran, hay elocuentes ejemplos concretos de esto.

Una vez más, la tercera, la Argentina asistirá como invitada a la cumbre BRICS, en esta oportunidad virtual, organizada en este mes de junio por China como país anfitrión. Las condiciones están dadas para acordar formalmente su incorporación a este grupo de economías emergentes que, hoy por hoy, representan a casi la mitad del planeta por todo concepto, y sostienen criterios políticos coincidentes en el campo internacional.

La conjunción ideal entre una política afirmativa de su firmeza en la defensa de su integridad y autonomía como nación y una gestión económica audaz, astuta, con la mira puesta en los mercados que realmente estén interesados en la integración y cooperación. Sin represión ni agobio. Potenciando ventajas mutuas e intereses comunes.
Es la hora de los “vivos”. Para ser lo que debemos ser.
El punto crítico.





Fuente: TELAM