‘Las Madres tomaron todo tipo de estrategias para comunicar su lucha’

Publicado: 16 / 06 /2023


Entrevista a Luis Zarranz sobre la inclaudicable lucha de las Madres de Plaza de Mayo

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Desde su experiencia de haber trabajado por años cerca de Hebe de Bonafini y en su condición de periodista y comunicador, además de militante del campo de los derechos humanos, Luis Zarranz destacó las “distintas estrategias” que implementaron a lo largo de su historia las Madres de Plaza de Mayo para “comunicar su lucha”: desde ir a las iglesias e introducir en los libros de cantos el reclamo de aparición con vida de sus hijos e hijas hasta hacer lo propio en los billetes, desde escribir esquelas y repartirlas en las esquinas de sus ciudades hasta agotar la revista Para Ti para desactivar una campaña de propaganda de la dictadura cívico militar.

“Como todo el mundo tenía miedo, quien se encontraba con esos mensajes quería descartarlos y entonces terminaba haciéndolos circular”, señaló.

Télam entrevistó a Zarranz para que reflexione sobre la importancia que ha tenido el periodismo y la comunicación en la construcción de una política de Memoria, Verdad y Justicia por parte de los organismos de Derechos Humanos en estos 40 años de democracia.

“Cuando las Madres comienzan a ser reconocidas y a reconocerse como Madres de Plaza de Mayo -reflexiona Zarranz- empiezan primero esa lucha individual, donde cada una recorría juzgados, comisarías, cuarteles militares, iglesias. Ahí se dan cuenta que una cuestión importante era hacerse visibles. Es interesante porque ellas mismas apelan a esa expresión, lo cual muestra que estaban ocultas, en un lugar de oscuridad. Y justamente deciden ir a Plaza de Mayo aquel 30 de abril del ‘77 por primera vez porque entendían que, si las veían a ellas, se iba a conocer y saber mucho más del drama de sus hijos e hijas desaparecidos y desaparecidas. Entonces, a partir de ahí empieza una relación y un vínculo muchas veces muy tenso pero de extrema relación con el periodismo y la comunicación.

Foto Eliana Obregn
Foto: Eliana Obregón

– Gustavo Cirelli (GC): Sos autor y compilador de dos libros: “No nos han vencido”, un texto coral sobre los 45 años de la lucha de Madres, y “El mundo es un pañuelo”, un trabajo también colectivo que narra los viajes al mundo de las Madres. En relación a este último, se me ocurre que esos viajes fueron una forma de grito de comunicación, con un valor documental, testimonial, que terminó impactando luego la justicia.

– Luis Zarranz (LZ): Totalmente. En las Madres, los primeros viajes están pensados como para que la voz se amplíe, que cruce las fronteras y romper la censura que había en los medios nacionales que imponía la dictadura. En esos primeros años, en el ‘77, sucedía toda una situación: cada vez que paraba un patrullero (policial) para pedirles la documentación, sacaban todas sus documentos y de alguna manera pedían que se las llevaran presas también, lo cual era una locura en el marco de un genocidio. Entonces ahí comienza a crecer esa denominación de “Las locas de Plaza de Mayo”. Como todas presentaban el DNI y el patrullero debía chequearlos en comunicación con la comisaría central, lo que requería que estuvieran más tiempo en la Plaza, las Madres cuentan que el objetivo siempre era tratar de ganar minutos para poder estar (allí). Pero ha pasado que la Policía paraba a un colectivo, bajaba a todos los pasajeros, subía a las Madres y las llevaba detenidas.

Otro clave comunicacional que resaltó Zarranz lo constituye el hecho de que la televisión holandesa, en vez abocarse al partido inaugural del Mundial de Fútbol 1978, decidiese aquel jueves 1 de junio ir a la Plaza de Mayo a recoger el testimonio de las Madres que allí reclamaban por sus hijos e hijas.

“Hace unos años -rememoró- vinieron aquellos hombres y mujeres que habían participado de esa filmación. Fueron a la Plaza y las Madres les dijeron eso: ‘Ustedes nos salvaron la vida porque al hacerse global, mundial y conocida nuestra lucha, más allá de Argentina, eso de alguna manera nos protegió’”.

Ocurre que, tiempo antes, el 10 de diciembre de 1977, un grupo de tareas al mando de Alfredo Astiz secuestró a las Madres Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce de Bianco; las monjas Alice Domon y Léonie Duquet; y otros siete activistas de Derechos Humanos.

Foto Eliana Obregn
Foto: Eliana Obregón

– GC: Tras sus solicitadas y volantes iniciales, las Madres comenzaron a generar un diario que después se convirtió en el Diario de las Madres. ¿Qué fue ese proceso?

– LZ: Es muy interesante ver cómo las Madres van tomando todo tipo de estrategias para comunicar su lucha. Por ejemplo, una de las que hacían, que a mí particularmente siempre me impactó, por imaginarme esa escena, era ir a las iglesias, abrir los cantos y meter ahí el reclamo de sus hijos y sus hijas desaparecidos y desaparecidas. Entonces quién abría se encontraba con eso y como todo el mundo tenía miedo y lo quería descartar, circulaba. Lo mismo en los billetes, donde escribían “tengo una hija desaparecida”, “tengo dos hijos desaparecidos”. Primero lo hacían en billetes de poca denominación. La gente por miedo los rompía, entonces se dieron cuenta de que lo tenían que hacer en billetes de mayor denominación que nadie iba a romper porque perdían plata básicamente. Iban incluso a comprar a la feria, a determinado lugar a pagar con esos billetes. Después empezaron a hacer tarjetas que las repartían en las esquinas de sus ciudades, a los autos, donde denunciaban su situación. Empezaron, por ejemplo en un momento la revista ‘Para Ti’ lanzó una campaña en el mundial para denunciar la campaña anti Argentina y las Madres decidieron comprar todos esos números hasta agotarlos para hacer una contradenuncia. En esas postales que había que enviarle al mundo, ‘Para Ti’ incluía una serie de direcciones, entre ellas las de Amnesty  Internacional y Naciones Unidas, para que los lectores enviasen postales de Argentina diciendo lo bien que estaba todo. Las Madres lo dieron vuelta y mandaron a esos mismos lugares diciendo ‘A mi hijo se lo llevaron tal día en tal circunstancia’, ‘Mi hijo no aparece desde tal fecha’. Se trató de una de las primeras relaciones de resignificación de lo que emitían los medios hegemónicos”.

– GC: La audacia, el coraje y la creatividad de las Madres en ese contexto marcaron su historia hasta el día de hoy. Pero en ese momento había que salir al mundo y lograr ese acto de comunicación, ¿no?

– LZ: En medio del mayor genocidio que tuvo nuestro país en la época moderna, las Madres encontraron formas de expresión que estaban motorizadas, como decía, por esa necesidad. Había una cosa imperiosa que era dar a conocer la situación que estaban atravesando y entonces empleaban todo tipo de recursos con una creatividad muy impactante. Después empezaron a enviar cartas a los directores y directoras de los diarios, hay cartas incluso a Ernestina Herrera de Noble donde decían “La información que se publicó tal día de tal manera es falsa” y, bueno, pedían alguna rectificación.

Foto Eliana Obregn
Foto: Eliana Obregón

– GC: ¿Cómo fue la construcción de la comunicación de las Madres ya en democracia y qué características adquirió en sus diversas etapas? Por ejemplo, aquel primer diario de las Madres es una pieza que hay que recuperar porque tiene un valor periodístico y de resistencia y luego de denuncia inconmensurable.

– LZ: Sí, justamente. Creo que hubo una acumulación, ¿no? Un paulatino crecimiento a la vez que las Madres fueron radicalizando su discurso, a medida que la democracia no daba respuesta a su reclamo inicial. Comienzan con ese diario, de alguna manera, que era un boletín muy artesanal.

Ese boletín deviene en el periódico, que hay que estudiarlo. Había firmas, como las de Osvaldo Bayer y un montón de colegas, que ya venían denunciando lo que había sucedido durante la dictadura. Ese proceso de radicalización, cuando viene el menemismo, también participan fuertemente de todo lo que es la denuncia y empezar a ligar lo que era el proyecto antiliberal con el genocidio de la dictadura, de alguna manera establecer esos puentes y establecerse a su vez como las continuadoras de las luchas de sus hijos. De alguna manera eso me parece que es un paso muy importante porque ya no se circunscribe solamente su lucha a la búsqueda, a la aparición a la denuncia de los y las 30.000, sino también a hablar de las consecuencias de la miseria planificada, del hambre, a luchar, a poner el cuerpo frente a eso. De alguna manera, todo eso confluye en el 2001, cuando se da la rebelión y explosión del 19, 20 de diciembre, hechos donde las Madres son articuladoras sin dudas.

– GC: Las Madres fueron víctimas de las fake news mucho antes de que circulase ese término. Debieron enfrentar operaciones y silenciamientos, que es una forma de mentira. Muchas de las cosas que pasan hoy no son nuevas.

– LZ: Sí, totalmente. Y eso se fue repitiendo y cambiando. Después fueron víctimas y producto de una estafa. Hubo un intento de construir a las Madres como quienes habían perpetrado esa estafa respecto de la misión Sueños Compartidos cuando fueron víctimas de esa situación evidente. (…) Cuando las Madres crean la universidad en el año 2000, (el entonces presidente Fernando) De la Rúa las prohíbe. Las Madres dicen: “No necesitamos ninguna autorización, tenemos la autorización de nuestros hijos”’. Habían cursado invitaciones, que vinieron hasta gente de las universidades de Europa, de Salamanca, la universidad más antigua del mundo. “A nosotros nos crearon los reyes”, dijo el rector, “y ustedes son las reinas que están creando esta universidad”.

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Se crea esa universidad, declarada ilegal, y varios años después, el gobierno ya con el kirchnerismo toma esa experiencia y constituyen el primer instituto universitario de Derechos Humanos de América Latina, lo cual habla de cómo fue esa construcción de las Madres. Y cuando crean eso, había tres carreras que se venían dictando en la Universidad Popular que eran Derecho, Trabajo Social e Historia, y deciden crear una nueva que era la carrera de Comunicación y Periodismo y me designan a mí como el primer director para armar esa carrera, lo cual fue un orgullo y un aprendizaje impresionante. Entonces también ponen ahí la necesidad de crear y formar comunicadores, de trabajar nuevamente con la palabra, de poner en discusión esas cosas que parecen dadas y que parece que no se pueden cambiar. Bueno, como ellas dicen, la única lucha que se pierde es la que se abandona.

– GC: Sos docente. En una época confusa, de negacionismo, aparecen discursos que parecía que estaban olvidados, o superados más que olvidados. ¿Cómo es comunicarle, enseñarle, contarle esta historia a los jóvenes?

– LZ: Es una tarea por un lado muy apasionante y por otro creo que la clave está en esto que estuvimos haciendo recién: poder contar. Porque vengo apreciando en los últimos años un mayor nivel de desconocimiento. Siempre antes había como vaso comunicante, alguna ligazón. En los últimos años se fue rompiendo eso. Hay mayor desconocimiento respecto de la historia de la lucha de las Madres, de los organismos, de lo que le debemos vivir en democracia a la lucha de las Madres. Entonces me parece que lo importante es remarcar estas cuestiones de las Madres, que podríamos estar hablando todo el día, toda la tarde porque realmente es tan apasionante y fueron generando tantas cosas, podemos hablar de la socialización de la maternidad, de la creación del pañuelo, tantas cosas que me parece importante poder transmitir y que después una vez que son narradas creo que todavía está esa apertura para poder recibirlas y hacer ese proceso de deconstrucción respecto de lo que se nos va contando, de lo que van diciendo los discursos públicos y poder habilitar una línea de reflexión que sea contra-hegemónica.





Fuente: TELAM