Los gestos de un hombre que hizo historia

Publicado: 26 / 04 /2023


Telam SE

El fin de siglo XX fue sumamente difícil en la Argentina, sobre todo para el movimiento nacional, como consecuencia de la muerte de Juan Domingo Perón en 1974.

Después del golpe de Estado que concluyó en 1983 tras la derrota en la guerra de Malvinas, un Ejército ya desprestigiado se retiró después de varios años de represión, muerte y desaparecidos.

Hubo un período en que el peronismo sintió fuertemente la pérdida de su líder, a tal punto que fue derrotado en elecciones por primera vez, con Ítalo Lúder como candidato del PJ. Raúl Alfonsín hizo entonces su experiencia presidencial del ´83 al ´89.

Después vino algo así como una caída o desencuentro del peronismo con sus orígenes, a través de los gobiernos de Carlos Saúl Menem, que derivaron finalmente en una elección en la cual Fernando de la Rúa fue elegido presidente.

La fórmula De la Rúa-Chacho Álvarez surgió de un gran malestar, producto de las consecuencias de la convertibilidad que se estaban haciendo notar terriblemente. Si bien habían parado la inflación, provocaron una política de privatizaciones tremenda.

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Roberto Dromi, como portavoz de Menem, había dicho que “nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado”. En otra oportunidad, creyendo que estaba con el micrófono cerrado, dijo: “Nosotros los argentinos estamos arrodillados ante las grandes potencias y tenemos que reconocerlo”. Las declaraciones salieron por radio, lo que profundizó aún más el desprestigio del menemismo, que conservaba cierto apoyo por el carisma que mantenía Menem en algunas provincias.

Como señalamos anteriormente, en las elecciones de 1999 fue el turno Eduardo Duhalde. El Partido Justicialista perdió las elecciones y De la Rúa-Álvarez asumieron el poder por dos años.

El gobierno fue realmente desastroso. De la Rúa venía del radicalismo de derecha, unionista, y había sido defensor de algunos grandes monopolios. Y Chacho Álvarez venía de los jóvenes que intentaban hacer una renovación del peronismo a través de la revista Unidos.

Pero lo que ocurrió fue que la situación empeoró paso a paso y se requería el apoyo permanente del Fondo Monetario Internacional para poder mantenerse en pie.


(CRÉDITOS: Producción general: Lorena Vazquez – Edición de sonido: Alejandro Sanz – Grabación: Soledad Zunino – Locución: Fabiana García – Portada: Kevin Liendo)

El FMI había prometido en diciembre del 2001 un apoyo monetario que no lo concretó, porque entendió que De la Rúa mostraba una gran incapacidad, además de una evidente falta de apoyo popular.

Esto agravó la situación y empezaron a producirse manifestaciones, que se convirtieron luego en saqueos. Hasta que llegó a la renuncia del presidente De la Rúa, quien abandonó en un helicóptero la Casa de Gobierno.

Tiempo antes había renunciado el vicepresidente Chacho Álvarez, porque había estallado un escándalo en el Senado con motivo de la presión del FMI para sancionar una ley de flexibilidad laboral.

En virtud de ello, cuando renunció De la Rúa no había vicepresidente. Entonces asumió como vicepresidente el presidente de la Cámara de Senadores, Ramón Puerta.

Puerta era un hombre que era calificado por el peronismo como un verdadero reaccionario. Llegó a ese cargo como consecuencia de que no había vice y duró un año, en el cual lo único que hizo fue convocar a la Asamblea Legislativa.

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Para completar los dos años que le quedaban al gobierno de De la Rúa, la Asamblea Legislativa decidió apoyar a Adolfo Rodríguez Saá, quien venía de tener cierto prestigio popular en su provincia San Luis.

Rodríguez Saá comenzó por recibir a las Madres de Plaza de Mayo y a declarar el default en medio de una gran algarabía de la Asamblea Legislativa, como si eso hubiera sido algún mérito.

Después cometió algunos errores graves, como convocar a Carlos Grosso, por ejemplo, que estaba viciado de corrupción en el gobierno anterior. Esto también provocó que en una reunión de gobernadores, realizada en Chapadmalal, lo descalificaran duramente a Rodriguez Saá.

En ese año habían sido presidentes De la Rúa, Ramón Puerta y Rodríguez Saá. Ya no había a quién poner, por lo que eligieron a Eduardo Camaño, de la Cámara de Diputados, para que convocara otra vez a la Asamblea Legislativa.

La Asamblea terminó por recurrir a Eduardo Duhalde para cumplir el mandato presidencial.

Duhalde terminó con la convertibilidad en medio de una situación caótica, de protestas de los depositantes en los bancos a los cuales no se le permitía retirar todo su dinero. Esto fue creciendo y Duhalde perdió la oportunidad de tener alguna simpatía popular.

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Hasta que se realizó una manifestación en la estación ferroviaria de Avelllaneda, donde la represión fue tal que fueron asesinados los militantes Maximiliano Kosteki y Dario Santillán. Lo ocurrido llevó a Duhalde a comprender que no podía seguir gobernando, por lo que llamó elecciones en forma anticipada, en lugar de esperar a terminar los dos años del período.

En las elecciones volvió a presentarse Carlos Menem, quien creyó que con su sonrisa y el apoyo que tenía en La Rioja, su provincia natal, podía hacer una nueva experiencia en el gobierno.

También se presentaron algunas figuras que, en realidad, estaban muy lejos de pensar que podrían gobernar. Tal fue el caso de Elisa Carrió, que se caracterizaba por sus denuncias escandalosas y por un gorilismo a veces expuesto y a veces escondido.

Otro caso fue el de Ricardo López Murphy que tenía como antecedente haber sido ministro de Educación durante 15 días del gobierno de De la Rúa, en una gestión que será recordada porque lo primero que se le ocurrió fue bajar el presupuesto de la educación.

Y entre ellos apareció Néstor Kirchner. Es curioso y vale la pena recordarlo, porque en el mes de mayo, un año atrás, Nicolás Casullo, uno de los intelectuales más lúcidos que tuvo la Argentina, que generalmente no es muy reconocido por su perfil bajo, había escrito un artículo “El hombre que venía” en el diario Página 12. Allí había escrito Casullo sobre un dirigente desgarbado, lungo, de palabra directa, que estaba último en la lista de candidatos.

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Y había señalado: “Mis amigos no lo conocen, es muy desconocido por la mayor parte de la gente, pero yo les digo que el fantasma de la Tendencia está volando sobre los techos, y es como una película que quiere volver a darse en nuevas condiciones, en ese maltrecho peronismo”.

Casullo agregó que en aquel peronismo que vendió todas sus almas por depósitos bancarios, Kirchner era otra cosa. Insistió en dar cuenta de que no todo estaba perdido, que no todo era historia. Insistió en que había una última narración que venía desde los mares del Sur. Esto fue en mayo de 2002 cuando las elecciones fueron el 27 de abril del 2003.

Después se lo llamó el presidente inesperado, a pesar que Néstor Kirchner había sido militante desde joven, había sido intendente de Río Gallegos y después había sido gobernador de la provincia de Santa Cruz durante tres períodos. Y a pesar que solía comentarle a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, que después sería también presidenta, que él iba a llegar a la presidencia de la Nación, pero como abogados tenían que trabajar bastante porque había que tener recursos para poder competir en una campaña electoral.

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Y así fue que, efectivamente, llegó a tener el 22% de los votos, frente al 24% de Menem.

Los amigos de Menem convencieron al riojano de que para muchísima gente “Menem” era mala palabra y que, posiblemente, si se presentaba a elecciones perdería por lejos.

Entonces Menem renunció. Y Néstor Kirchner, que era el segundo con 22 por ciento, ganó la elección y asumió la presidencia el 25 de mayo del 2003.

Y lo hizo con las características muy propias de él, de un tipo que no le daba importancia a las formalidades. En el mismo día de la asunción empezó a jugar con el bastón de mando, mientras las cámaras ubicaban a un costado a Cristina como desesperada de que siguiera siendo un muchacho cuestionador, que no hacía caso a las formas corrientes de la gente prudente y que terminó arrojándose sobre la multitud, lo cual le provocó una herida en la frente.

Inmediatamente empezó a tomar medidas dirigidas a recuperar a la Argentina de ese pozo en el que había caído. Una de ellas fue reconocerse como hijo de las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo. Otra fue pagarle lo que se le debía, unos 9.800 millones de dólares, al Fondo Monetario Internacional, conjuntamente con una medida que también tomó Lula en Brasil en aquel momento.

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Comenzó un período de recuperación del salario real y la actividad económica, planteando la necesidad de desarrollar el Unasur y después el CELAC, tareas que continuó luego Cristina con la eliminación de la jubilación privada que había implantado Menem.

La figura de Néstor Kirchner es muy importante en ese momento porque actuó de una manera diferente, mostrando que no le importaban las costumbres de los grandes señores que habían llevado a la Argentina a la ruina. Y en ese sentido, su muerte fue muy lamentada por la población, especialmente por los jóvenes que se reincorporaron a la política.

Aquel 27 de abril apareció como un día de elecciones donde el pueblo se expresó a través de un hombre casi desconocido, que planteó desde el principio que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno, sino que iba a cumplir con lo que había prometido al pueblo argentino.

En ese sentido, quedó en la historia como el intento de renovación de aquel peronismo del ´45 que había decaído bastante después de la muerte de Perón.





Fuente: TELAM