Netflix presenta ‘Atlas’, una joya de ciencia ficción que nos tomó por sorpresa

Publicado: 25 / 05 /2024


Atlas es la más clásica de las sorpresas agradables que no ves venir, que no te esperas. De hecho, teniendo en cuenta la media de productos de Netflix y la fotografía general de Jennifer Lopez (que aquí también ejerce de productora) tener premoniciones negativas era absolutamente normal. Y, en cambio, esta película es una sabrosa aventura de ciencia ficción capaz de entretener, que ofrece dos horas de agradable acción, aderezadas además con un humor ligero que no resulta excesivo, tratando el tema de la Inteligencia Artificial (IA). ¿Quién lo hubiera pensado?

Atlas nos traslada a un futuro próximo no tan irreal. La humanidad casi se ha cavado su propia tumba como de costumbre, utilizando la tecnología para hacer su vida más fácil, de hecho ha creado un némesis muy peligroso: Harlan (Simu Liu). Ésta fue creada en su día por la científica Val Shepard (Lana Parilla), una lumbrera en robótica e IA, que pensó que podría dar a la humanidad un mundo de robots muy avanzados. Sin embargo, Harlan, el más ambicioso de sus proyectos, resultó estar convencido de que la humanidad debía ser exterminada, dada su naturaleza belicosa. Pero tras una guerra de décadas, Harlan y los suyos han sido expulsados de la Tierra y se esconden en un planeta lejano, meditando su venganza.

Tras su pista se encuentra un grupo especial comandado por el general Jack Boothe (Mark Strong) y el coronel Elias Banks (Streling K. Brown), que incluye a Atlas Shepard (Jennifer Lopez), analista de inteligencia artificial e hija del difunto Dr. Shepard. Cuando la base de Harlan es localizada, Atlas pide formar parte de la ofensiva que arrasará la amenaza robótica de su viejo enemigo. Pero para ello, a pesar de su misantropía, tendrá que confiar en la IA Smith (a la que pone voz Gregory James Cohan), montada en su gigantesco robot de combate. Sin embargo, cuando la misión da un giro inesperado, Atlas tendrá que jugársela, unir fuerzas con Smith y enfrentarse a su némesis, con quien comparte mucho más de lo que le gustaría. Entre batallas, huidas y confesiones mutuas, Atlas descubrirá que no todas las IA son iguales.


Coppola con un esmoquin negro sonriendo levemente con una pequeña multitud de personas detrás

Los amantes de la ciencia ficción tienen un largo historial de salvar sus proyectos favoritos. La épica Megalópolis de Francis Ford Coppola, que lleva 40 años gestándose, podría ser la mayor hazaña de rescate de la historia.


Atlas lleva la firma de Brad Peyton, director de superproducciones no tan malas como Rampage, San Andreas y Viaje a la isla misteriosa. En definitiva, un experto en entretenimiento mainstream pero con mano no tan torpe. El guion, lejos de ser banal y monótono, es obra del dúo Leo Sardarian y Aron Eli Coleite, y se nutre de un aluvión de referencias diferentes. El tema de la Inteligencia Artificial domina nuestro tiempo, entre los que están a favor y los que están en contra, entre los cambios y los efectos secundarios. Desde los tiempos de 2001: Una odisea del espacio, pasando por las sagas de Terminator, Blade Runner, Starship Troopers, Star Wars y Matrix, nuestra hipotética relación con ella se ha declinado en muy diversos aspectos.

Títulos recientes de gran interés han sido Ex Machina, Automata, Her y El Creador para los que era lógico cierto escepticismo, dada también la calidad media de los productos de ciencia ficción de Netflix. Pues bien, Atlas es un producto de entretenimiento con alma freak y geek, que bebe de varios de los títulos antes mencionados, así como de Avatar, Al filo del mañana, Humandroid, la saga Transformers e incluso Soldado Universal (seguro que la recuerdas). Pero ojo, la película también es ferozmente “videojueguil” en su dimensión visual, con droides, robots y tecnologías cuidadosamente concebidas que traen a la memoria a HALO, Warhammer 40000, en fin, todo ese mundo a caballo entre el ciberpunk, el steampunk y el futurismo atrevido con el que nos deleitan desde hace décadas. Además está ella, Jennifer López, una protagonista muy simpática, insegura, misántropa y desordenada.


Joaquin Phoenix mirando la pantalla de una computadora en la película HER

Al parecer, Sam Altman, el CEO de OpenAI, citó la película de Spike Jonze, Her, como la inspiración para la actualización del asistente de voz conversacional de ChatGPT. O quizá solo sea nuestra apreciación de los recientes avances de la IA.


Una película ni previsible ni aburrida

La ladrona ex-stripper de Hustlers, encuentra con Atlas un personaje muy simpático, porque se aleja de la perfección imperante en el mercado audiovisual moderno, que retrata a las mujeres como seres perfectos e invencibles en cada película. No, señor, esta científica es arrogante, llena de traumas y heridas de su pasado, rechaza todo contacto humano, pero luego aquí está a bordo de su droide de combate Smith (citando descaradamente a Pacific Rim) cuando la situación se pone arriesgada, a menudo se ve jodida por un némesis, a la que Simu Liu sabe prestar una fría y aguda determinación. Nada revolucionario, seamos claros, pero si la megaestrella se hubiera atrevido más a menudo en su carrera con operaciones de este tipo, quizá las cosas habrían salido de otro modo. Sudorosa, sucia, a punto de maldecir cada tres segundos, es, sin embargo, también testaruda, incansable y capaz de comprender que IA Smith no es más que una herramienta tecnológica. Lo que marca la diferencia, por supuesto, es la intención con la que uno la maneja.

Atlas va rápido, tiene al menos tres secuencias de acción que valen el precio de tu suscripción a Netflix, pero nunca renuncia a ese aire de película de serie B genuina y sincera que ha hecho de tantas películas de culto de ciencia ficción de los últimos años la única fuente de satisfacción para los amantes del género, abandonado por las Majors. Luego está el humor, con intercambios de bromas entre Atlas y Smith hilvanados con precisión quirúrgica, en una película en la que el camino del protagonista hacia la liberación emocional no está nada mal.



Definitivamente, la ciencia ficción sobre la IA debería tomar esta película como ejemplo, aunque solo sea por su voluntad de ir más allá de la clásica oposición puro humano-tecnología. No señor, Atlas también funciona porque nos muestra un futuro plausible, no muy lejos de lo que probablemente será. La humanidad no se corrige a sí misma y a sus errores, espera que la tecnología lo haga por ella. No es casualidad que Harlan conecte con gran afecto con Ultrón, que fue y sigue siendo uno de los villanos más interesantes que Marvel ha concebido jamás. Claro que quizá un poco más de espacio y un poco menos de previsibilidad para este villano no habrían estado nada mal, pero aun así sirve para recuperar algo de esa ciencia ficción de rompe y rasga que hizo que los 80 y los 90 fueran inolvidables para cualquiera que fuera un fanático del género.

Atlas gustará a quienes busquen un entretenimiento inteligente y respetuoso, pero también a quienes deseen una nueva heroína del género. El hecho de que López plantee a esta mujer como una especie de heredera de la Ripley de Alien dice mucho de la naturaleza semiderivada, pero nada estéril, de la propia operación. Habría estado bien albergar esperanzas de una secuela, pero se desconoce. Ciertamente, para seguir con el tema de la IA, Atlas no tiene nada del clásico producto de plataforma algorítmica, o bien fue concebido por una especie de Harlan, uno que nos conoce muy bien, que no le caemos especialmente bien pero que puede predecir nuestras emociones y preferencias a la perfección. Lo que en realidad ya está ocurriendo, pero es mejor pensar que acabaremos encontrando una IA a la que sí le gustemos.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia.



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