Una primicia para ‘Time’

Publicado: 09 / 06 /2023


Telam SE

Por Fabián Domínguez

“Esto no es un cuento, aún cuando lo parezca”, le escribe Rodolfo Walsh a su amigo Donald Yates el 14 de enero de 1957, donde le adelanta que el gobierno está torturando y fusilando opositores. Hasta ese día, después de tres semanas intensas, Walsh no logró que le publiquen su reportaje a Juan Carlos Livraga, el muchacho fusilado el 10 de junio de 1956, en un basural de José León Suárez. Lo único que logró hasta ese momento fue que el periódico Propósitos, que dirigía Leónidas Barleta, publicara la transcripción de la denuncia judicial de Livraga.

Periodista cultural, escritor de cuentos policiales, traductor, Walsh no se dedicaba ni al periodismo policial ni a investigar. Cuando su amigo Enrique Dillon le dijo “hay un fusilado que vive”, se obsesionó con la historia, hurgó en el expediente policial, entrevistó al sobreviviente, descubrió que había otros sobrevivientes, pero no encontró quien le publicara el reportaje. Como un acto desesperado decidió escribirle a su amigo Yates, un crítico literario, un académico interesado en los escritos policiales de América Latina en general y de la Argentina en particular.

En realidad, la carta es una excusa para enviarle una larga crónica de 6 carillas, tipeada a máquina, titulada “Resucita un fusilado en la Argentina”, con autorización para publicar en el extranjero, de ser posible en el Time, la revista estadounidense más prestigiosa de la época. “La historia que te estoy enviando no se publicará aquí, ni siquiera por los semanarios de la oposición”, escribió Walsh. A esa altura el escritor gastó la suela de sus zapatos visitando periódicos radicales, católicos, desarrollistas, socialistas, nacionalistas, pero ninguno se interesó en publicar sobre los fusilamientos, durante el intento de levantamiento del general Juan José Valle contra la dictadura.

El escritor de cuentos policiales vivía en La Plata, pero trabajaba en la Editorial Hachette de Buenos Aires desde su adolescencia y, después de pasar por diversas áreas de la casa editorial, en ese momento era el encargado de traducir cuentos y novelas. La investigación de los fusilamientos le generó cierta desconfianza, sentía que era seguido y se mudó a una casa alejada de La Plata. Su principal colaboradora era Enriqueta Muñiz, una joven a quien conoció en la misma editorial, quien lo acompañaba a hacer entrevistas, le conseguía contactos y reuniones, y le hacía copias a máquina del material que necesitara.

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Vale aclarar que Walsh era un antiperonista que apoyó los bombardeos de 1955, donde su hermano marino tuvo algún tipo de participación, y escribió dos artículos elogiosos dedicados a aviadores muertos en actos sediciosos: “2 – 0 – 12 no vuelve” y “Aquí cerraron sus ojos”. Pero los fusilamientos son para el escritor lo que fue el camino de Damasco para San Pablo y, a pesar de no hacerse peronista en ese momento, será el primer paso de un largo camino que lo conducirá a militar en el peronismo montonero quince años más tarde.

El texto que Yates recibió era una radiografía de la Argentina oprimida por la dictadura del general Pedro Aramburu, con intentos de resistencia por parte del pueblo y asesinatos encarados por las fuerzas de seguridad. Yates leyó los detalles del frustrado levantamiento popular, los allanamientos de la policía en una casa de la localidad de Florida para detener a supuestos conspiradores, su traslado a la comisaría 1° de San Martín y su ejecución en un basural cercano. Walsh es detallista a la hora de contar el torpe armado del pelotón de fusilamiento y cómo Livraga, de 24 años, va a salir del foco de los fusiladores para sobrevivir.

En un párrafo la crónica dice que de ser cierto lo que afirma Livraga podría tambalear el gobierno provincial, e incluso el gobierno nacional. De esas declaraciones se desprende que: “1 – junto con Livraga fueron fusilados nueve hombres, de los cuales otro mas, llamado Giunta, logró también escapar; 2 – que todos, o la mayoría, de esos hombres eran inocentes; 3 – que el fusilamiento habría sido realizado de modo absolutamente irregular, sin juicio sumario, sin testigos ni constancia alguna; 4 – que el autor de la detención y el que impartió la apresurada orden de fusilamiento habría sido el Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, teniente coronel Desiderio Fernández Suárez”.

Al día siguiente del envío de la carta a Michigan, lugar de residencia de Yates, el periódico Revolución Nacional, dirigido por Luis Ceruti Costa, da un salto al vacío y publica el reportaje a Livraga bajo el título: “Yo también fui fusilado”.

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El texto para la prensa extranjera, germen de Operación Masacre, no se editó nunca en el exterior ni en ningún medio argentino, y se dio a conocer una edición facsimilar en el libro de cartas entre Walsh y Yates, que Ediciones de la Flor publicó durante la pandemia (2021), con presentación, notas y prólogo de Juan José Delaney.

Los hermanos Julio y Tulio Jacovella publicaron la serie de notas sobre los fusilamientos en su periódico, Mayoría. A fin de año la Editorial Sigla publicó la investigación en formato libro con el título Operación Masacre – Un proceso que no ha sido clausurado. En agosto Walsh hizo otro intento por difundir el caso en el exterior, al enviarle a su amigo estadounidense una copia del libro, para que lo traduzca y busque editor que lo publique.

El texto no se tradujo ni se publicó en EE.UU., y el caso no avanzó en la justicia argentina. Sin darse cuenta Walsh cambió la manera de hacer periodismo y provocó una vuelta de campana en la literatura. Le escribe a Yates que “una cosa positiva que me dejó Operación Masacre es que demostré que un autor de novelas policiales puede investigar un caso real… y resolverlo”. El escritor se refiere a investigar como un policía y escribir con un tono literario, cosa que en el país del norte se hará recién una década más tarde y dirán que inventaron el género de “no fiction”.





Fuente: TELAM